Han pasado dos décadas desde que las primeras empresas españolas comenzaran a tener políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Además, la globalización y los cambios culturales y tecnológicos han acelerado en los últimos tiempos la incursión de políticas de  diversidad e inclusión  en el seno de las empresas.

El informe “RSC, Diversidad & Inclusión. Autoevaluación de la Empresa Española”, elaborado por la Fundación Adecco, en colaboración con la Conselleria de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación de la Generalitdad, recoge las conclusiones de una encuesta realizada a responsables de Recursos Humanos y Responsabilidad Social Corporativa de 231 empresas españolas, todas ellas de tamaño mediano (50-250 trabajadores) o grande (más de 250 trabajadores), pertenecientes a 15 sectores de actividad.

Este informe ha querido identificar cuál es, a juicio de las empresas, la razón de ser de la RSC. La creación de valor compartido ha sido la opción con un mayor porcentaje de adeptos (63%), frente a un minoritario 9% que sigue concibiendo la RSC desde un prisma reactivo, es decir, RSE como mecanismo para reducir el impacto de la actividad empresarial. Un 58% piensa que contribuye al desarrollo de la sociedad y un 37% que mejora la reputación social e imagen. Solo un 1% la vincula a la disminución de impuestos.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco,  “dos décadas después de la irrupción del término Responsabilidad Social Empresarial (RSC) en España, el concepto y su significado han evolucionado al compás de los cambios culturales, económicos sociales y empresariales.  Así, y si en sus orígenes surgía para minimizar riesgos o reducir el impacto negativo de la actividad empresarial, hoy pierde su carácter reactivo para concebirse desde una perspectiva proactiva, en la que la RSC ya no se limita a dar respuesta, sino que se alza como una herramienta indiscutible para la creación de valor compartido, social y empresarial”.

Sin embargo, las respuestas arrojan que la RSC sigue teniendo un valor eminentemente social. Así, la contribución al desarrollo de la sociedad ha sido escogida por más de la mitad de las empresas (58%), situándose en el segundo lugar del ranking y dando cuenta de la aún identificación del concepto RSC con filantropía o acción social.

En tercer y cuarto lugar los encuestados han escogido conceptos menos sociales y más corporativos como la mejora de su reputación social e imagen (37%) y la sostenibilidad del negocio (23%).  Según Mesonero, “la RSC ha dejado de ser un elemento filantrópico o de contribución social para determinar la imagen que la empresa proyecta al exterior ante sus stakeholders, así como su sostenibilidad en un corto, medio o largo plazo. Sin embargo, la mayor parte de las compañías asocia la RSC a programas sociales que discurren paralelos al negocio, en lugar de concebirla como un pilar generador de confianza, transparencia y gestión eficiente de riesgos, básico para la sostenibilidad del negocio”.

 

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