Según la nueva edición de este informe, tercera que se publica, esto se traduce en que queremos consumir más y en que no estamos dispuestos a continuar renunciando a nada. Mientras que en los años de crisis se comprobó el gran beneficiado era el ocio en el hogar, la investigación descubre ahora que el clero ganador de esta situación más optimista es el ocio fuera del hogar. Algo que esto ocurre, incluso, entre los targets más adultos.

 

Cuestión de dispositivos y de cambios

 

Entre todos los dispositivos que los usuarios tienen a su alcance, el smartphone destaca notablemente. Si en 2014 67% de la población pensaba que un móvil era un bien de primera necesidad, ahora así lo indica un 82%.

 

Entre otras claves, la investigación impulsada por OMD también alude a otros cambios, en concreto tres, que se han detectado a lo largo de las tres ediciones de este estudio:

 

-Se ha pasado del modelo tradicional de etapas de vida a uno que se define por el momento y la actitud vital de cada persona. Por un lado, se retrasan las etapas de vida –el 26% de los españoles no espera tener hijos- y, por otro, se prolonga todo más debido a la alta esperanza de vida. Por ello, puede decirse que las características demográficas de una persona son menos determinantes que nunca.

 

-La mejora de la capacidad económica parece evidente y estamos más dispuestos a consumir. Pero no cualquier cosa, lo que se buscan ahora son las experiencias, una conexión emocional con lo que se consume.

 

-Si hace unos años estábamos infoxicados, hoy en día nos hemos convertido en expertos en filtrar lo que interesa. En este sentido, el reto de las marcas está en captar la atención de sus públicos, algo que se consigue mostrando empatía con los consumidores -entendiendo la multitud de conexiones que los consumidores tienen con ellos, descomponiendo los silos para asegurar que todas las interacciones suman  y construyendo experiencias más coherentes y valiosas-. Algo en lo que, de acuerdo con OMD, juegan un papel determinante los datos.