El último episodio de Mad men fue visto, tuiteado, y compartido en redes sociales por sus fans a través del planeta. Los chicos malos de la publicidad se han ido, y echaremos de menos sus aventuras y desventuras. En nuestro ámbito, han dejado una nostalgia que los más veteranos hemos llegado a experimentar y que los jóvenes habrían querido de alguna manera haber visto aunque sólo fuera a la distancia. La vida loca propiamente dicha.

Pero así es la ficción. Nos permite salir de nuestra racionalidad y vivir vicariamente en nuestras fantasías cosas que no haríamos pero que en algún rincón escondido, nos hubiera gustado ver o hacer.

Aquellas eran las épocas de los mega presupuestos y mega patrocinios, empujando tabaco, alcohol y sexo subliminal a cuanto homo sapiens hiciera falta y en cuanto medio estuviera disponible. Pero en el siglo XXI las cosas han cambiado. Los productos viciosos apenas se pueden anunciar con altas restricciones y muchos ni siquiera pueden aparecer en forma de contenido en series televisivas en abierto.

La regulación pareciera haber ganado. Sin embargo, los Mad men siguen haciendo de las suyas, y curiosamente en un ámbito que se supone representa la salud: el deporte. El deporte es una de las alternativas para mantener a los jóvenes lejos de las drogas y la obesidad. Los deportistas son estrellas y modelos a seguir por millones de niños y jóvenes por todo el planeta. Las marcas se aferran al deporte y sus protagonistas con enorme entusiasmo y presupuestos aún mayores.

Pero ¿qué ejemplo dan los deportes, sus dirigentes y los deportistas? El reciente escándalo de corrupción de la FIFA muestra un caso en lo que es la actividad más popular y más seguida por todo el mundo. En la NFL (liga de fútbol americano), se ven repetidos casos de violencia doméstica. En el boxeo, otro tanto. En ciclismo, Lance Armstrong ha pasado de súper héroe a una vergüenza social. El mismo Leo Messi se ha visto envuelto en problemas con Hacienda. Y el famoso comentario de Sepp Blatter, presidente de la FIFA, recomendando que las jugadoras del Mundial femenino llevasen equipos más ajustados para acentuar sus figuras y aumentar la popularidad del deporte... ¡Vaya recomendación, señor presidente!

Pero ¿qué tienen que ver los Mad men en los escándalos del deporte? Los Mad men apoyan, patrocinan y en algunos casos hasta son partícipes en estos escándalos. La investigación de la FIFA está intentando identificar la involucración de una de las más grandes marcas deportivas en los casos de corrupción. Pero no hace falta estar involucrado, y no basta con hacer la vista gorda. Los patrocinadores suelen tener acceso a bastante información y pueden tomar medidas para decidir qué o a quién apoyar. No siempre es el caso, pero claro está que muchos continúan sus patrocinios a pesar de los escándalos.

No pretendo dar un discurso moralista. Simplemente quiero concienciar a los Mad men del potencial engaño a millones de niños y jóvenes que puede suponer patrocinar algunos deportes o deportistas. Si miramos el mundo del rock’n’roll, que también se alimenta de patrocinios, vemos un mensaje, al menos, honesto. En general los rockeros no van de chicos buenos. Si una marca decide patrocinar una gira de los

Rolling, no está disfrazando nada. No es misterio que su mundo ha estado rodeado de sexo, drogas y rock’n’roll. Y es decisión de la marca apoyar o no esa causa. Pero en este caso van de frente.

Mi discurso trata más con animar a los Mad men a apoyar causas de frente, con mensajes honestos. El deporte promueve algo supuestamente sano, y se presenta como tal. Y mucho me temo que hay menos santos en el mundo del deporte que en el del rock’n’roll. Aun cuando los Rolling se esfuerzan en cantar, grabar y gritar “nunca harás un santo de mi”.