El CES Asia 2015 ofreció una panorámica de lo que está por venir: los dispositivos, conceptos y tecnologías que están dando forma al futuro. El encuentro se centró en tres temas clave: conectividad, innovación e internet de las cosas (desde lo último en impresión 3D, drones voladores o realidad aumentada, a dispositivos para salud y que trabajan con información biológica del usuario o toda clase de inventos que vuelven los hogares inteligentes).

Entre todo lo que se presentó en la feria, nos llama mucho la atención la cantidad de aplicaciones y dispositivos que nos miden y nos cuantifican. Y es que, en el futuro, todos dejaremos un rastro, aunque no nos demos cuenta. Los dispositivos móviles y los wearables dejan un rastro de datos que las compañías tecnológicas agrupan e interpretan para darle al consumidor información sobre su nivel de salud y ejercicio físico. Ya hay aplicaciones que avisan al consumidor de cuándo tiene que beber agua, consumir tal o cual vitamina o hacer tablas de ejercicio con objetivos personalizados; todo ello comparable con la información acumulada de otros usuarios. El rendimiento individual y las interfaces de datos científicos ofrecen modelos muy claros para las marcas que buscan desarrollar contenidos narrables y digeribles para aquellos consumidores con ganas de información propia para su desarrollo personal.

Por otro lado, pudimos ver mucho debate en torno a la conectividad y la movilidad, ya que está revolucionando indudablemente los procesos industriales. Muchas compañías tradicionales mostraron cómo están integrando la movilidad y la inteligencia en sus negocios, si bien aún está por demostrar si serán capaces de seguir el ritmo del rapidísimo desarrollo tecnológico. Nos acercamos a toda velocidad a un día a día en el que los usuarios convivirán al 100% con la movilidad y la conectividad. Hoy en día, todos los sectores industriales ya dependen de algún software y, en un poco tiempo, tendrán que empezar a desarrollar sus propios softwares. A corto plazo, la mejor forma de sacarle el máximo partido a la conectividad sería desde la perspectiva de la eficiencia; a largo plazo, lo óptimo será analizar la situación desde el punto de vista del consumidor. A fin de cuentas, analizar cómo podemos hacer más felices a los consumidores gracias a la conectividad.

Problemas que desaparecerán

Y es que esta conectividad nos está inundando. Dentro de poco, todo estará conectado. Es lo que ya conocemos como el internet de las cosas. Una de las consecuencias de este mundo conectado es clara: mucho de los problemas clave de los consumidores desaparecerán. Por ejemplo, algunos intermediarios en la comunicación con clientes y consumidores, como son los call centers. Basta con echar un vistazo a Netflix o Uber para entender en qué consiste este nuevo paradigma. Es muy interesante ver y analizar las posibilidades que brinda el internet de las cosas para eliminar estos puntos débiles de cara a la relación con los consumidores.

No habrá prácticamente objeto que se escape a esta superconectividad. Sin ir más lejos, ya empezamos a ver los primeros coches inteligentes y conectados. Estos coches conectados, junto con wearables que se conectan con los mismos, ofrecen nuevas formas de entretenimiento y un estilo de vida mucho más práctico e integrado. Es aquí donde las marcas tendrán que cuestionarse qué papel juega su producto o su servicio dentro del espacio conectado de un coche.

El todo conectado es una casi realidad de la que ya no podremos escapar, que abre un nuevo universo de posibilidades para que las marcas desarrollen nuevas formas y herramientas de marketing y comunicación para dirigirse a sus clientes e interactuar con ellos.

 

Emiliano Chedrese es ‘Head of digital’ de MEC España