“Pach, tío, tienes que escribir una columna sobre ‘empoderar’, que se ha puesto de moda y no hay reunión en la que no salga. Y sobre ‘salir de la zona de confort’. Pero, ¿qué es eso? Si lo que queremos es estar a gustito…”. Les reproduzco, porque sé que les interesa, esta conversación que mantuve con César García Flores, ídolo entre ídolos, antes del período vacacional.

Pero les tengo que decir que César, que normalmente tiene más razón que un santo, en esta ocasión se equivoca. Porque no hay nada como una serie de palabros anglosonantes vacuos para otorgar el relieve necesario a una presentación. O a una columna.

Así es, querido César. En orden a aumentar el engagement de este artículo y convertirlo, por fin, en trending topic a nivel nacional o incluso internacional si surfeamos la ola, lo más importante es fijar unos KPI’s que nos posibiliten medir cómo esta humilde colaboración en esta prestigiosa revista me convierte en un influencer, mediante la aportación de un consumer value del carajo a cada paso del consumer journey. Y así poder solicitar un success fee a D. Manuel de Luque que me fidelice para siempre con su marca.

No es fácil, estimado César, créeme que no es fácil. Hay que construir una estrategia media agnostic que me permita rebrandearme sin perder este look & feel tan característico mío y que tanto éxito me ha dado a la hora de generar sinergias con el target femenino. Con una utilización del bigdata muy out-of-the-box, estaremos en condiciones de generar un sentiment la mar de positivo entre los millones de followers que voy a lograr. Incluso quizás sea necesario un videomood para fijar la idea. Un manifesto que, aunque luego no salga, sea la base conceptual de la estrategia de contentmanagement que eleve mi personal branding hasta el infinito y más allá.

Para mí, las personas que utilizan continuamente este tipo de palabros en las reuniones se parecen muchísimo a Faustino, uno de mi pueblo que en los setenta remodeló su bar, decidió que era un pub y le puso Tino’s creyéndose, como tantos otros compatriotas de la época, que el mítico genitivo sajón le dotaba de un carácter internacional y de una modernidad muy por encima de los establecimientos competidores. Y no, querido Faustino. Aunque la mona se vista de tweed, mona se queda. Y todos sabemos que eso seguía siendo el bar de Faustino, el mayor del Tío Mecha. Y que quitaste los torreznos del pub por hacerte el guay y los tuviste que volver a poner.

Mantas y ‘snobs’

Como en todo, supongo la clave estará en no abusar. Pero cómo nos gusta sobreutilizar estos términos que se ponen de moda y, en realidad, son mantras de la nada más absoluta. Y es que todos queremos ser Faustino cuando nos juntamos con otros marquetineros. Y diciendo meeting en vez de reunión, creemos que molamos más.

Y no, no molamos más. Solo somos snobs del marketing. Yo, el primero.

Volviendo al principio, empowerment es una jena, pero empoderar es de cárcel. Lo suyo sería que la RAE tuviera un colectivo de árbitros lingüísticos y que los enviara a nuestras reuniones. Están ahí y no dicen nada, como cuando presentas con los de compras, pero si escuchan que dices dos palabros te sacan tarjeta amarilla y el director general de la agencia decide si te cambia o sigues presentando porque como pronuncies el tercer palabro, te saca tarjeta roja y te expulsa de la reunión. Paso copia a Autocontrol para que lo vayan moviendo.

Oye, César, y que lo de empoderar a tu madre me ha parecido un campañón de la leche.