Alex ha vuelto. Y, según él mismo ha declarado, lo ha hecho con un 70% de certeza de que va a triunfar. Yo le añado el 30% restante. Ni yo ni ninguno de los que tuvimos el privilegio de trabajar bajo su liderazgo podemos dudar. Quienes coincidimos en la época dorada de Crispin Porter + Bogusky experimentamos en primera persona cómo él—en singular— redefinió las reglas del juego. Año tras año, Alex marcaba un nuevo objetivo general para la agencia. Y año tras año ese master plan se veía recompensado con nuevas cuentas y el afianzamiento de los clientes existentes, que ganaban grandes premios en categorías tan distintas como film, marketing directo, diseño de producto o publicidad interactiva.

A modo de ejemplo, cuando la meta establecida fue dominar el área digital, Alex le dijo a VW que su negocio—una de las cuentas más importantes en Norteamérica, en manos de Arnold y The Barbarian Group en ese momento— sólo le interesaba si teníamos control absoluto de su presencia online. A pesar de tener un equipo digital bastante básico, el órdago le salió bien y no tuvo problemas para convencer al cliente. Sólo así se pudo financiar el crecimiento del departamento interactivo que, a la postre, llevó a CP+B a ser considerada la mejor agencia online del mundo a finales de ese mismo año.

La sombra de Bogusky era alargada y su visión y modus operandi se extendieron rápidamente más allá de Crispin. Él fue responsable de que durante una época todos escribiéramos nuestras ideas como si fueran notas de prensa, de que los departamentos creativos ficharan a ingenieros industriales para responder con productos a briefings de comunicación o del advenimiento de los —ahora adulterados y denostados— case studies para que clientes y jurados apreciaran las virtudes de una campaña. Transformó la industria una y otra vez y, en el proceso, nos transformó a todos.
Jamás he conocido a alguien tan carismático, dentro o fuera de una agencia. Como si fuera un hipnotizador, nos convenció para mudarnos de la soleada Miami a un pueblo de 30.000 habitantes en el corazón de Colorado que a menudo estaba a 20 grados bajo cero en invierno, trabajando literalmente noche y día—primero en la sala de reuniones del campo de golf de Flatirons y después en un pabellón de patinaje en línea reconvertido, sin ventanas— siguiendo una misión en la que creíamos a pies juntillas, convencidos de estar cambiando el mundo con nuestra creatividad. Nunca he experimentado nada igual. Ni yo ni nadie de los que vivimos ese 'bootcamp'.

Profunda huella

Y si, como he dicho anteriormente, la sombra de Bogusky era alargada, su huella fue profunda y ha estado muy presente durante su hiato de ocho años. Del equipo creativo de 2008 hemos salido doce CCOs y nueve ECDs de agencias y estudios punteros de la publicidad actual. En una cena reciente con mi amigo—y compañero en esa época—Neil Heymann, comentamos el retorno del rey mientras compartimos batallitas y la gratitud de que Alex Bogusky decidiera liderar una agencia de publicidad en lugar de una secta. De lo contrario, probablemente estaríamos todavía en
Boulder, vestidos con túnicas naranja, tocando la pandereta y proclamando su gloria en cualquier esquina de Pearl Street. 
Hare Bogusky. Hare Bogusky. Bogusky Bogusky Hare Hare.

Edu Pou fue redactor interactivo senior en Crispin Porter + Bogusky de 2006 a 2008 y actualmente es socio de Here Be Dragons.