A estas alturas no voy a hablar de nueva normalidad ni post-pandemia porque queda claro que no va a haber un corte limpio ni un paso de página tajante con este maldito virus.  Lo que me quiero detener a analizar es, ¿cómo nos han transformado estos casi dos años que llevamos de pandemia? ¿Qué cosas no queremos volver a recuperar? ¿Qué actitudes nuevas hemos adquirido?

Después de tantos meses viviendo en este contexto es innegable que esta pandemia nos ha cambiado y hay cosas que no volverán a ser como antes. En primer lugar, no queremos volver al bucle frenético en el que estábamos metidos pre-pandemia, el ‘hacer por hacer’, ir corriendo de un lado a otro.  Se hizo viral una cita en Instagram que decía “Es ahora impensable recordar que me duchaba, arreglaba el pelo, maquillaba, ponía los tacones, cogía el tren en un trayecto de 45 minutos, pedía mi café Starbucks online desde el tren, lo recogía en la tienda, fichaba, subía a la 10ª planta de mi oficina… y todo eso antes de las 8am”. ¿A que parece un anacronismo? 

Se han flexibilizado muchas cosas debido a tres factores que están aquí para quedarse; la digitalización forzosa (trámites, reuniones, citas médicas y compras online) el teletrabajo y su consiguiente reducción del ‘presencialismo extremo’ a todo ello se añade la apreciación por la comodidad (¿Tacones todos los días para ir a trabajar?).  Todo esto se traduce en rutinas menos pautadas y rígidas, ya no vamos a hacer la compra tod@s el sábado por la mañana, no nos duchamos a la misma hora todos los días, no hacemos recados a la misma hora… podemos hacer una vida más adaptada a nuestro propio ritmo.  Esto es algo que no queremos perder.

Esto se ve reflejado en los datos cuando preguntamos por el trabajo presencial vs remoto.  Si bien es cierto hay resultados divididos según la preferencia de número de días en casa vs oficina (la preferencia es una combinación), lo que sí está claro es que la mayoría, el 67% de los españoles, queremos flexibilidad a la hora de ir a la oficina o trabajar desde casa según el estudio global de Ipsos "Return to Workplace".

Este ritmo de vida más flexible, repercute de forma indirecta en el consumidor a muchos niveles; primamos el confort sobre otros factores (en la moda esto ha sido muy claro), hemos incrementado los rituales de belleza y cuidado personal, compramos a horas distintas y de otra manera, el ritual de la ducha cobra otro sentido por lo que se buscan productos distintos…y más modificaciones en el comportamiento que seguiremos observando.

Otro cambio importante y tremendamente positivo ha sido la visibilidad e importancia que ha cobrado la salud mental, un tema tabú hasta hace muy poco.  A raíz de la pandemia y los confinamientos, se ha comenzado a hablar de forma generalizada de cuadros de ansiedad, depresión, insomnio… es un tema que ha estado presente tanto en los planes de las empresas a la hora de abordar la salud de sus empleados, en los colegios de cara al alumnado, también en medios de comunicación, influencers, celebrities e incluso deportistas de élite.  Han aparecido tutoriales, se habla abiertamente de psicoterapia, ha crecido la categoría de suplementos naturales para combatir los síntomas, apps de relajación y meditación…ec.  Marcas que contribuyen al bienestar mental y empresas que abordan el tema de la salud mental de sus empleados son cada vez más valoradas.

Tiempo de calidad con las personas que importan; no hay nada como la privación para saber lo que realmente tiene valor para nosotros y en la pandemia sufrimos por aquellas personas que no podíamos ver regularmente y aquellos planes que dábamos por hecho antes y que no podíamos hacer.  A todo eso se suma el tiempo que hemos pasado encerrados con nuestra familia inmediata y esa cercanía y complicidad que en muchos casos también la queremos mantener.  Y volvemos al primer punto, no queremos volver al ‘hacer por hacer’ de la vida moderna pre-pandemia, el ir corriendo de un lado para otro llenando nuestro tiempo de actividades, para llegar exhaustos a casa al final del día sin poder dedicar tiempo de calidad a las personas que nos importan.

Por último, si hablamos de consumo, hemos empezado a hacer un consumo más meditado, más consciente y a seleccionar nuestras marcas y productos con otros criterios.   El hecho de pasar más tiempo en casa ha hecho que nos detengamos a observar los resultados de las marcas y productos que usábamos y a experimentar con productos nuevos buscando mejores resultados u otros beneficios.  También se han modificado nuestros hábitos de compra; más online, más de proximidad… todo ello se ha traducido en un cambio de productos y marcas.   Además, nos hemos visto obligados a cocinar más, limpiar más, más tratamientos de belleza en casa… nos hemos informado sobre lo que queremos en un producto; en algunos casos, menor impacto medioambiental, ingredientes naturales, cruelty free, productos que matan las bacterias en el hogar o incluso en algunos casos pasar a productos más económicos que nos hacen la misma función.  La pandemia ha puesto en evidencia la alta relación que existe entre salud y alimentación, lo que ha provocado un auge por comer más sano y buscar productos y marcas más saludables. El caso es que estamos reflexionando más sobre lo que compramos, ya no vamos en ‘piloto automático’ a comprar como antes. 

Según nuestro estudio de "What The Future: Buying", el 50% de los consumidores del mundo dicen apoyar marcas que están comprometidas con impactar positivamente a la sociedad.  Por lo tanto, vemos como cada vez más factores prosociales entran en la ecuación de elección de marca. 

Como toda experiencia traumática colectiva, algo positivo sacaremos de todo esto como sociedad: quizás rebajaremos el ritmo, prestaremos más atención a nuestra salud mental, fomentaremos esos momentos de calidad con las personas que nos importan, y es que todo tiene su lado positivo y esta pandemia no iba a ser menos.