Cuando tenga tiempo de verdad para estar en casa, me pondré a dibujar, cuando tenga tiempo, escribiré el final de la novela que tengo pendiente, cuando tenga tiempo, haré un curso de marketing digital…

Quizá nunca antes nos habíamos encontrado en un contexto como el que estamos viviendo ahora y, aunque si bien es cierto que no es una situación ideal propiciada voluntariamente por nosotros mismos, sí que podemos decir que nos ha parado, sacado de una vida marcada por nuestras rutinas y retenido por un tiempo, dándonos la oportunidad de reflexionar, de compartir, de aprender y también de crear.

Porque, aunque el ritmo de vida se pare, nuestro cerebro no se detiene. Precisamente lo que nos distingue como humanos ahora y siempre es nuestra capacidad racional y ésta, en estos momentos, también se dispara.

En este periodo de incertidumbre, lleno de dudas, de miedos, de esperanzas, es conectar, dar y recibir sin esperar nada a cambio o aprender y crear, lo que nos permite ganar fuerza contra muchas batallas que lidiar:

LA VERACIDAD

Estar informados es realmente necesario, como también lo es escuchar, conocer, observar, cuestionar, porque todo ello nos permite ser críticos, nos ayuda a estar preparados y nos da seguridad. Por suerte, los procesos de digitalización que llevaban su propio ritmo han podido acelerarse proporcionándonos conectividad prácticamente en casi todos los hogares y permitiéndonos saber lo que está ocurriendo en cualquier parte del mundo minuto a minuto. 

EL ABURRIMIENTO

Hemos despertado la creatividad que llevamos todos dentro consiguiendo divertirnos y pasar las horas haciendo las mejores recetas innovando en la cocina, decorando la casa con las manualidades y dibujos que a diario hacemos con nuestros hijos, leyendo libros que se han dejado a libre disposición de todo aquél que los quiera consultar o incluso visitando museos sin movernos del sofá. 

LA TRISTEZA

La imaginación se ha puesto al servicio de las personas hasta para hacernos reír cuando más lo necesitamos. Son miles y miles los memes que circulan en la red, que inundan nuestros grupos de Whatsapp y que nos permiten seguir conectados sobrellevando con humor esta terrible crisis sanitaria. Y, precisamente detrás de cada meme, de cada vídeo, de cada imagen compartida, hay alguien anónimo generando un contenido realmente sorprendente y, en muchas ocasiones, con una capacidad de viralización extraordinaria. Tanta que incluso llegan a ser parte de telediarios o de campañas publicitarias de algunos anunciantes.

LA SOLEDAD

Hemos aprendido a escucharnos por dentro, a vernos de otra forma tanto en el espejo como a través de las pantallas y a necesitar a los demás. Conectar con nuestro entorno, compartir, abrazarnos es algo que define a las personas y, mucho más, a los españoles que llevamos la socialización en la sangre. Esto nos ha llevado a reencontrarnos con nuestros vecinos a través de los balcones vía un contacto más directo, de alguna forma más físico pero también a instalarnos una aplicación nueva con la que abuelos emocionados puedan saludar, a través de videoconferencia, a sus nietos que crecen día a día sin tenerlos a ellos cerca.

LA NECESIDAD

Poner la mente a trabajar con un objetivo claro como el de ayudar a todo el que lo necesite hace que surjan ideas brillantes traducidas en innumerables iniciativas que van desde pequeños voluntarios cocinando para médicos, transportando a pacientes, haciendo la compra a sus mayores o creando expresamente plataformas digitales para conectar gente que ofrece sus productos, su ayuda, con hospitales que así lo requieran, hasta grandes compañías virando sus modelos de negocio tradicionales para crear mascarillas y material sanitario en vez de ropa o geles desinfectantes en lugar de bebidas alcohólicas. 

En definitiva, las ganas y el interés por aprender y crear no se han parado y, al contrario, nos están ayudando a todos y cada uno de nosotros a ser más resilientes y avanzar. Creo que precisamente esto se puede convertir en una gran oportunidad para las marcas que sepan entender de verdad a las personas. Aquellas capaces de activar su cara más humana y colarse en nuestras vidas aportándonos valor, ideas, conocimiento y no únicamente vendiéndonos sus productos, se quedarán con nosotros para siempre, siendo aún más rentable la relación a futuro. 

Y sin más me despido, que ya empieza mi clase online de piano que siempre quise hacer cuando tuviera tiempo, deseando que todo lo aprendido y compartido no sólo en términos de conocimiento material sino también referido a bondades humanas, no se nos olvide cuando todo esto haya pasado.