Este cambio de rumbo dado por Google, según publica The New York Times, se produce después de que varios de sus grandes clientes decidiesen retirar los anuncios porque habían aparecido en contenidos ofensivos o que incitaban al odio. Entre los que decidieron dar este paso figuran algunos como el diario The Guardian, el Gobierno de Reino Unido o la operación británica de Havas –con clientes como Kia, Hyundai, Domino’s Pizza, O2 o la BBC-.

De acuerdo con los expertos con los que ha contactado el mencionado medio, dotar de un mayor control a las marcas sobre dónde aparecen sus anuncios es, de algún modo, la manera en la que Google reconoce que no se ha hecho todo lo posible hasta el momento para controlar completamente el contenido que se publica en sus plataformas.

Como parte de este giro en su estrategia, Google también ha dicho que examinará más rigurosamente el contenido que pueda considerarse despectivo o de odio. Así, las marcas podrán decidir dónde se mostrarán sus anuncios, además de tener capacidad de actuación para eliminarlos en caso de que no estén satisfechos con los lugares en los que aparecen. Por otra parte, Google ha dicho que contratará a más profesionales para controlar sus estándares publicitarios. Este equipo estará apoyado tanto por inteligencia artificial como por otro tipo de desarrollos tecnológicos para eliminar de sus plataformas los contenidos dañinos.