O lo que es lo mismo, el 'mejor' regalo que me han hecho en lo que llevamos de año: escribir sobre la Super Bowl. Entrecomillo porque los que me conocen bien, saben de sobra que tengo cero autoridad en esto de los deportes, y que no me he vuelto a poner unas zapatillas desde mi última clase de Educación Física allá por el año 98. Pero oye, que me he puesto a leer sobre el tema y fíjate que tiene su gracia…

Y es que el sarao que se monta alrededor de esto es enorme, ya no solo por ver cuáles son las marcas que la tienen más grande (la bolsa de presupuesto para invertir, no seas mal pensad@) sino por ver qué locuras de audiencias nos traerá, a cuánto se pagará el 'kilo' de publicidad, o cuál será el spot más comentado en Twitter. Es más, tengo la sensación de que lo que menos importa es quién juegue o gane la competición, y que la audiencia y las marcas que habitan en el evento están por encima de todo.

Este año pinta bien, hay líos a doquier: que si Coca-Cola se sale del tema por segundo año consecutivo para centrarse en otros eventos deportivos cediendo finalmente el puesto a Pepsi – aunque a mí me huele más a recorte presupuestario que a excelencia en la competencia o cambio de estrategia; que si un exchange de criptomonedas se anunciará a bombo y platillo usando una gran cara conocida como prescriptor– estaremos atentos al impacto en el valor de estas criptomonedas en las 24 horas posteriores al evento que ya veo como alguno se forrará; que si cada vez cuesta más anunciarse pero hay menos audiencia – este año se ha pagado un millón de dólares más por cada emisión de 30 segundos; o que si eso de que se pierde audiencia no es del todo verdad – puesto que en realidad hay un trasvase de esta audiencia a consumos en streaming digital.

Nada muy nuevo en el horizonte, pero si hay algo que llama especialmente mi atención es como, mientras las marcas se pegan por tener la mejor película y posición en el bloque, la NFL se prepara para dar el salto al metaverso Roblox con el fin de conectar con las audiencias más jóvenes e ir fidelizando a estos grupos de edad, lo que obviamente resultará muy interesante para motivar a las marcas a entrar en un territorio que aún da bastante vértigo, y que por supuesto permitirá doblar la caja y el conjunto de acciones que se pueda proponer desde la NFL.

En fin, está claro que detrás del evento hay un gran mercadillo publicitario que está dispuesto a pagar hasta 6,5 millones de dólares por una emisión de 30 segundos y que, aunque aquí en España seamos más de Rafa Nadal que de Los Ángeles Rams, estos eventos siempre presentan una buena oportunidad para ejecutar campañas pegadas a contenido de rabiosa actualidad; aunque este año – me chivan por el pinganillo – las audiencias del directo han caído en España un 48% contra la emisión del 2021, apenas 60.000 adultos han seguido el evento en directo contra los más de 118.000 que lo siguieron el año pasado. Glups.