Los consumidores se desenvolvieron el pasado año en un contexto de alza de precios (del +3,4%), que no ayudó a un mercado que presenta de por sí el reto de crecer con una población estancada y sin más estómagos que llenar. Precisamente por el efecto precio el mercado de gran consumo creció en 2018, un 2,6% en concreto hasta los 82.000 millones de euros. 

Esto supone un cambio frente al año pasado, ya que los consumidores compraron un poco menos por mucho más, cuando hace un año compraban más por más (creció la demanda y el precio entonces).

De esta cesta de la compra, una tercera parte del gasto son productos frescos como corresponde a un país mediterráneo como el nuestro, que crecieron en precio un 4,8%. Este dato acentúa la tendencia vista el año pasado, cuando los precios se incrementaron un 2,8%.

Dentro de los frescos, las subidas en precios más notables fueron en frutas, un 9,3% más que un año antes; y en huevos, un 7,6% más de precio, aunque su consumo aumentó un 2%. Y es que sigue siendo la proteína más barata dejando atrás los tiempos en los que se decía aquello de “no es bueno comer huevos más de una vez por semana”.

Cada vez más compramos los frescos en supermercados e hipermercados y menos en la tienda tradicional

Por su parte, la carne y el pescado vivieron momentos dispares aun compartiendo subida de precios, que en el caso de la carne fue del 3,1% y en el pescado del 3,6%. A pesar de ello, los españoles sí consumieron más de lo primero y menos de lo segundo, y en ello hay cabida para varios argumentos, entre ellos, la alternativa al congelado que tiene el pescado (más económico y fácil de preparar) y que apenas existe en la carne, donde no hay trasvase a opciones más baratas.

Otra tendencia en frescos, más allá de sus importes, reside en dónde los compramos, y poco a poco y cada vez más lo hacemos en supermercados e hipermercados. En concreto, un 56% del gasto en frescos se hace en la moderna distribución, frente al 44% en la tienda tradicional. Esto supone para el primero un incremento en su cuota de 1,5 puntos porcentuales respecto a 2017.

En envasados, demanda contenida

Al contrario que en frescos, la demanda en productos envasados se mantuvo plana el año pasado. No obstante, si desglosamos esta cesta envasada en grandes familias de producto, la única que registró una caída fueron las bebidas, un -1,7%. Sin embargo, es curioso comprobar cómo, a pesar de beber menos, bebimos mejor. En vino es donde esta tendencia es más notable, pues su consumo cayó un 4,4% pero a un precio un 11,1% más caro, y esto es porque los españoles están ‘premiumizando’ el consumo de esta bebida en casa, apostando cada vez por vinos mejores (con DO).

Es una tendencia además que se replica en el consumo fuera del hogar, donde el consumo de vino y cerveza no crece, pero gracias a que consumimos mejor ambas facturan más. Así, cervezas y vinos están aportando cada una la mitad del crecimiento de las bebidas en hostelería, cuyo gasto ascendió un 2,1% el año pasado hasta los 8.874 millones de euros.