Apenas cuatro jornadas después del día de la marmota llega, como todos los años y de forma cansinamente aplastante, el glorioso día de la Super Bowl.

Las Panteras frente a los Broncos, con resultado favorable a los caballos locos de Denver pero, sobre todo, un resultado galáctico para una superbrand que pocos reconocen o se acuerdan de verla como tal, pero serlo, lo es: se llama U.S.A. O, lo que es lo mismo, el aprovecho cualquier razón parahacer patria y, en el más oportuno sentido comercial, sacar la mayor pasta posible, pero quedando como el sheriff del pueblo, del estado, del país, del continente y del mundo. Para que no haya dudas. Y nosotros, pitando...

Todo cuadra y cobra sentido cuando las cosas se hacen para vender Estados Unidos a lo bestia, desde el propio nombre de la final; Super Bowl 50, o Super Bowl L, talla grande, gigante comparada con un canijo tallaje L europeo, pasando por el nombre del estadio; el Levi´s Stadium de Santa Clara, California, cuando la posible alternativa era el Mercedes- Benz Superdome de Nueva Orleans. Advertising rocks! Mucho Mad men, living la vida loca.

No existen las casualidades en el espectáculo mediático mundial donde entra en juego la imagen de cliché más autóctono norteamericano, ni un milímetro falla en nada. Los anunciantes invierten una media de 4,5 millones de dólares por 30 segundos y será por algo.

Desde la cantidad de artistas invitados y motivados hasta las trancas para la ocasión, las bandas con chorreras con bombo y platillos, las cheerleaders o las más de 100 cámaras de TV hasta la curvatura de la gorra beisbolera de los que orgullosamente portan el agua para los banquillos (esos que no son utilleros, allí parecen héroes aguadores), respiran marketing y publicidad por los poros.

Televisiones del mundo patas arriba para una retransmisión que se sigue en tal cantidad de lugares y por tal número estratosférico de gente, que bien parece que en todas las esquinas galácticas se jugara a este juego tan peculiar, y lo dice un ex jugador de rugby...

Cuando uno se pone a wikipear para encontrar datos, de repente se encuentra con sorpresas cachondas, como la de que Twitter estimó que en la edición 2015 hubo 28,4 millones de tuits publicados, cifra sólo algo menor a los 35,6 millones enviados sobre la semifinal del Mundial de Fútbol entre Brasil y Alemania. Pero es que aquello, queridos brasileños, fue muy fuerte... Venganza española en manos teutonas. ¡Olé!

O que en la Super Bowl 50, según el Consejo Nacional del Pollo (así, como suena), se consumieron 1.300 millones de alitas de pollo, 500 toneladas de patatas fritas y 3.600 toneladas de guacamole mexicano. Yeah! De las cervezas no hablan, que eso es más del Seis Naciones.

Enrique

En vez de Malú, Melendi o Bisbal, prefirieron a Beyoncé, que actuó junto a Bruno Mars y unos casi desconocidos british invitados: Coldplay. Lástima que no estuviera Enrique

Iglesias, el único españolito-miameño que, aunque nos pese, puede codearse con esta tropa. Mención especial a la actuación de Lady Gaga. La pirada del siglo se puso seria, de traje chaqueta rojo y cantó con corazón (y muchas tripas), una espectacular versión del himno norteamericano que, sinceramente, me hizo estar orgulloso hasta a mí, un norteamericano de Villanueva del Pardillo. Y nosotros pitando... Marca país en estado puro, con la decadencia de lo repetidamente grandioso pero que se empecina en engrandecer en números y audiencia cada año de la marmota.

¿Y por cuánto ganaron los Denver Broncos? La verdad es que da exactamente igual, y ¿cuál fue el anuncio más visto...?, también. Ganó U.S.A., como siempre.