Fotógrafos, pintores, cocineros, arquitectos, ingenieros… Todos aquellos que trabajan en la creación de algo destinado a ser observado y disfrutado tienen una obsesión común; encontrar algo que haga que el espectador reconozca la marca de su creador en todo lo que hace.

Es normal que quieran lograrlo, porque su éxito está basado en diferenciarse, en convertir su trabajo en algo único y que hable de ellos.

Nosotros deberíamos buscar lo mismo.

En las agencias de publicidad trabajamos en primera instancia para que los consumidores recuerden aquello que hacemos y, en segunda, para que los anunciantes valoren la posibilidad de trabajar con nosotros porque lo que hacemos es bueno y notorio.

Y, sin embargo, estamos perdiendo esa obsesión del creador. Buscamos hacer las cosas que nos piden, olvidándonos de hacerlas a nuestra manera. Y la consecuencia es que empezamos a parecernos peligrosamente unos a otros, lo que no nos beneficia a ninguno.

De un tiempo a esta parte, las agencias han ido abandonando la esencia que las hacía diferenciarse: el tono. Su tono.

Antes las agencias basaban lo que hacían en un tono propio. Podían diferenciarse del resto utilizando el humor o creando una manera propia de contar historias. Había algunas que buscaban diferenciarse a través de una producción cuidada y otras, simplemente, lo hacían a su manera. Su tono era lo primero que ponía sobre la mesa una agencia como propuesta de valor.

Casualidad o no

Antes de continuar y en descargo del que escribe. No sería justo meter en el mismo saco a todos, antes se buscaba un tono y ahora también. Existen agencias que siguen construyendo su posicionamiento a partir de la diferenciación y, casualidad o no, a muchas de ellas les va de lujo. Parece que continuar con el tono que las ha hecho destacar es lo que les está llevando a mantenerse arriba.

Lo preocupante son los que ya no lo hacen. Y el por qué no lo hacen. Y entonces, al buscar las causas algunos te hablan de la crisis y de que los clientes nos han empujado a abandonar nuestros códigos. Lo que no tiene valor si admitimos que hay agencias que sí consiguen hacerlo.

Entonces te dicen que ahora hay mucha más competencia y que así es difícil lograr diferenciarse. Tampoco me vale. Resulta que muchas de las agencias que están floreciendo en nuestro país y que tienen el germen común de los creativos que abandonan las agencias, vienen al mundo con el tono marcado que les dan sus creadores y que hace que sean reconocibles desde el primer momento.  

Yo tengo otra explicación. ¿No será simplemente que nos sentimos más cómodos no haciéndolo?

A veces cumplir con uno mismo es más complicado, requiere de más tiempo y sobre todo requiere de hacer ver a todos los que forman parte de la agencia que ese es el camino correcto. Requiere formar a todos los que entran y convencer a tus clientes sobre que tus principios son buenos, y que sería malo para ellos si alegremente los cambias por otros.

O eso al menos creo yo. Y como dijo un señor al que he copiado; es mejor ser uno mismo y equivocarse que jugar a ser otro, o jugar a no ser nadie.

Pues eso.

Diego Martínez-Casariego Director creativo en la agencia RK