¿Hasta qué punto somos responsables las mujeres del sector de los defectos en términos de igualdad de nuestros anuncios? ¿Hasta qué punto exigimos equidad de género en los programas de entretenimiento donde anunciamos o buscamos audiencias o conexiones?

No es el nuestro un mundo solo de hombres. Las mujeres ya estamos en todas partes, con voz y con criterio. Somos nosotras las que aceptamos que la prensa deportiva sea cómplice de los forofos o afcionados del deporte pero también somos nosotras quienes aceptamos que esa misma prensa u otra se mofe sutilmente de las fans como si su entusiasmo fuera mucho más ¿infantil? Pese a que la prensa también seamos nosotras o nuestro trabajo creativo.

Podemos hacerlo mejor. Eso piensan nuestras colegas americanas, que ya han empezado a reconocer sus deficiencias en términos de igualdad.

La asociación de anunciantes de USA (ANA) está impulsando una metodología capaz de evidenciar las desigualdades medibles, como el número de anuncios interpretados por mujeres vs. hombres. En Advertising Age podemos ver su campaña Better o su #SEEHER. América es un continente inspirador en muchos aspectos y lo contrario.

Aquí, ¿podemos hacerlo mejor? ¿Por qué no? ¿Estamos dispuestas a mirar-las? A las científicas, ingenieras, presidentas... sin anclarlas en mareas culturales que las coloquen probándose un pintalabios, calzando unos zapatos imposibles, eternamente jóvenes, perfectamente maquilladas, cuidadoras al gusto de Pablo Iglesias, del hombre, de los hijos, de los pacientes, de los impacientes, de la casa, de los animales… del jefe o de la jefa… ¿Tenemos agallas?

Si no protestamos por cobrar menos que ellos, ¿vamos a protestar por no hacerlas mejores a ellas? ¿Son ellas personas? ¿O son solo una parte del todo, léase mujeres? Con eso de que en nuestro idioma el plural masculino es inclusivo, ¿se nos olvida que Ellas, las que compran nuestros productos, también somos nosotros? ¿Qué esperamos las mujeres ver en las otras mujeres? ¿Qué esperamos todos? Y ¿qué espera el hombre ver en otro hombre? ¿Estereotipos? ¿Son aún aspiracionales? ¿Conectan? ¿Influyen?

Dicen los que saben, no es mi caso, que se educa con el ejemplo. Si los anuncios, como cualquier noticia, tienen la misión de informar y entretener, también la tienen de formar, por eso es responsabilidad nuestra dar ejemplo de equidad en la diversidad. Uno de nuestros mayores méritos siempre ha sido ir en vanguardia descubriendo nuevas tendencias. Hoy más que nunca, somos generadores de contenido y mecenas de entretenimiento. Ahora, cuando la cantera de mujeres que suman es cada vez más sólida, es un buen momento para no dejar para mañana la tarea pendiente de quitarle a nuestro oficio el estigma de sexista, si no machista, que bien merecido tiene, como reflejo de una sociedad en la que hombres y mujeres jugaban con madelmans y con barbies que afortunadamente se han reproducido en personas con nuevas tareas y nuevas aspiraciones.

Afortunadamente, hace 34 años un hombre joven entonces escribió este hit:

No tengo motores a reacción
nunca he querido ser un avión
y no tengo escamas en la piel
entre otra cosas no soy un pez
y no tengo asiento y no tengo ruedas
porque no soy una moto
estoy conformada en tres dimensiones
porque no soy una foto
no tengo bolas de cristal
no soy un árbol de Navidad
es apagado mi color
porque tampoco soy una flor
y no quiero andar por entre las cloacas
porque no soy una rata
ni ir a parar al cubo de basura
porque no soy una lata
no soy ni hombre ni mujer

Solo soy una persona
solo soy una persona

No tengo botones que apretar
ni organigramas que programar
no tengo manillas ni hago ding-dong
porque tampoco soy un reloj
y no tengo mando para sintonías
porque no soy una radio
y no tengo sitio para mucha gente
porque no soy un estadio
no soy ni hombre ni mujer

Solo soy una persona
Solo soy una persona

Gracias, José Marìa, siempre has sido un visionario.