En todos los ámbitos creativos ha existido la pregunta de si hay un arte o una forma de hacer femenina y otra masculina. Tanto a la hora de pintar, como de diseñar o de escribir. En repetidas ocasiones me han hecho la pregunta abiertamente y os aseguro que la mayoría de las veces las mujeres responden que no, dando por hecho que si la respuesta es afirmativa significa que lo correcto será lo que hacen ellos y no nosotras. Creo que eso ha supuesto que durante mucho tiempo las mujeres negáramos nuestra esencia para intentar ser como ellos.
¿Parece una exageración? Hace años un escultor llegó a decirme que era una inconsciente queriendo tallar piedra porque me faltaba fortaleza física. Por suerte no me faltaba fortaleza mental y estuve varios años esculpiendo, con una radial o con cincel y gradina cuando era necesario. Hay quien defiende que las mujeres deben vestir con trajes de pantalón y chaqueta para estar a la misma altura que ellos y que no nos protejan como sexo débil, arguyendo que cada centímetro de piel que enseña la mujer lo pierde en la valoración profesional… hay que tomarlo en su justa medida porque si somos demasiado literales se nos ponen los pelos de punta. Jamás me pondría un traje de chaqueta y por eso escogí esta profesión (como todos los creativos, ellos y nosotras). Pero lo cierto es que la influencia visual de la publicidad hace que haya recibido un dossier de una creativa junior con una foto suya en bikini en la portada. Y es que al final todo vuelve a ser un problema de comunicación. Información que lanzamos sin pensar en que estamos creando cultura. Es cierto que los mensajes publicitarios dirigidos a nosotras (y a ellos) han cambiado y ya no se nos muestra como la mujer feliz de gestionar su casa y criar a sus hijos y siempre dispuesta a preparar la mejor comida o copa de brandy a su marido que llega cansado de trabajar. Ahora se vende la imagen de mujer triunfadora en el trabajo, sexualmente activa, independiente, madre feliz de una familia de las de ahora (adosado y perro incluidos) y con iniciativa, o lo que es lo mismo una super-woman, que además cobra un 25% menos que un hombre. Pero la conciencia colectiva no se crea por mensajes tan obvios como los anteriores, sino que se matiza con miles de mensajes que conducen a una misma conclusión, aunque sea de manera inconsciente. ‘Visit Denmark’ La campaña de Visit Denmark de la que tanto estamos escuchando últimamente es un ejemplo claro. Por si alguien no ha oído hablar de ella, es la historia de una joven madre danesa que busca ahora al padre de su hijo, un turista al que conoció en una noche y del que no recuerda prácticamente nada. La historia es muy divertida y como buzz funciona muy bien, pero no podemos olvidar que detrás de un fino humor publicitario viene una marca y sus valores. No creo que las mujeres danesas estén muy de acuerdo con la campaña. Una cosa es que las mujeres seamos liberales y consecuentes con nuestros actos y otra es que eso se use como un reclamo turístico. Por eso creo que es importante poder concretar nuestra marca identificando los valores humanos que la definen como el grado de sinceridad, entusiasmo, sofisticación o capacidad, y a partir de ahí definir la comunicación sin perderlos de vista. Debemos de ser conscientes del poder de la comunicación y vigilar que los chistes son divertidos si se mantienen en ese ámbito, pero si se convierten en un mensaje dirigido a las masas, pueden consolidar valores negativos. raquelrivera@anuncios.com