Recientemente, en las jornadas Arte y publicidad que organiza la IAA dentro del certamen La Publicidad en el Museo, alguien apuntó, a modo de reconocimiento, que arte es todo aquello que se expone en un museo. Por tanto, si la publicidad había conseguido abrirse un hueco en una institución como el Centro de Arte Reina Sofía, se estaba definitivamente consagrando como arte.
No voy a entrar en la discusión entre publicidad en el arte o arte publicitario, considero que son conceptos intercambiables, válidos y subjetivos. Todos sabemos que hay arte en la publicidad y viceversa. Lo realmente importante es el cambio de percepción que la sociedad está teniendo sobre nuestra industria. Entiendo que sí, que el museo cumple una función de validar como arte lo que allí se expone, y que el hecho de que la publicidad se exponga cambia totalmente la percepción que tenemos hacia ella. El contexto condiciona efectivamente una nueva forma de ver la comunicación publicitaria. La Publicidad en el Museo ha cerrado su cuarta edición con un balance muy positivo. Es un esfuerzo que pone en valor nuestra industria ante nosotros y ante un determinado sector del público que no siempre nos ve con buenos ojos, ni nos comprende. El cambio de visión hacia la publicidad se puede constatar también entre los universitarios, los publicistas del futuro. En la noche de entrega de los galardones, casi la mitad del aforo estuvo formado por estudiantes que ya se acercan a la profesión con una concepción diferente a la de antaño y que probablemente se sientan muy orgullosos de su profesión cuando la ejerzan. Tenemos que seguir mostrando nuestro trabajo en nuevos circuitos, incentivando el debate y la colaboración de todos para consolidar y enriquecer esta iniciativa. Por eso, en la quinta edición la IAA tiene previsto incorporar nuevas piezas publicitarias que muestren cómo ve cada agencia esta relación amorosa entre el arte y la publicidad. Y no sólo las agencias, abriremos de nuevo la puerta al mundo universitario para que sean los estudiantes de Publicidad lo que tengan la opción de expresar cómo sienten ellos este maridaje. La publicidad, como el arte, tiene un componente subjetivo muy importante.Quizá, sea simplemente la forma de verla, es decir, la experiencia subjetiva que se obtiene de su visión, lo que puede convertir una determinada pieza publicitaria en una obra de arte publicitario. Todo depende de los ojos con los que queramos ver nuestro entorno y para ello nada mejor que contribuir al cambio de percepción. Oscar Wilde advertía en El retrato de Dorian Gray que “los que buscan bajo la superficie lo hacen a su propio riesgo”, y que “los que intentan descifrar el símbolo lo hacen también a su propio riesgo”. El arte, la publicidad, el mundo que nos rodea está abierto a la búsqueda, a la libre interpretación de cada uno. Que cada uno asuma su riesgo y que nadie espere otra explicación que no sea la propia. “Es al espectador y no a la vida a quien refleja realmente el arte”. Es ese cambio de visión lo que persigue La Publicidad en el Museo, a sabiendas de que no todo lo que se expone en una galería es arte, y que éste no se encuentra exclusivamente en las galerías. También el arte, como la comunicación publicitaria, busca nuevos circuitos y nuevos escenarios. De hecho, actualmente se está experimentando con nuevos proyectos que reinventan difusión del arte fuera de los museos. De la misma forma que se están produciendo continuos, y a veces drásticos cambios en la economía, en los medios, en las formas de hacer llegar nuestra creatividad, también estamos experimentando un gran cambio en la forma de ver la publicidad. Ventaja Ésta es una labor, no obstante, a largo plazo. Nadie aspira a cambiar la percepción de un sector como éste de la noche a la mañana. La ventaja: que cada vez los trabajos son mejores y más profesionales; ya nadie duda de nuestra excelente capacidad creativa. La puesta en valor de nuestro trabajo nos puede ayudar a cambiar la percepción de nuestros clientes de su valía. Esto no es un objetivo propiamente dicho del certamen La Publicidad en el Museo, pero en mi opinión todo suma, para que nuestros clientes reconsideren el valor de nuestro trabajo y en algunos casos dejen de darles un valor marginal, es verdad que no son muchos los clientes que no valoran nuestra contribución en su justa dimensión, pero algunos quedan. Que algunas campañas no dan el nivel, de acuerdo, pero convendrán conmigo que tampoco algunas obras denominadas de arte lo dan. De todo hay en la viña del Señor, pero a los que dan el nivel y contribuyen al negocio del cliente debe reconocérsele y ser recompensados adecuadamente, así entre los clientes y las agencias evitaremos que nuestros artistas se vayan a otro sector a mostrar su arte y perdamos todos.