La evolución de la comunicación comercial se ha acelerado como nunca antes en la historia. En un plazo de pocos años, los trabajos que salen de las agencias se han multiplicado en formatos, conceptos y estrategias. Mientras, especialidades que llevan treinta años en el mundo de la publicidad, como la planificación estratégica, han comenzado a abrirse hueco en la formación universitaria hace apenas unos años y en pocas facultades.
Es más obvio que nunca que Universidad y profesión van a velocidades completamente distintas. La mesa redonda y el resumen del estudio que la acompaña en las páginas de este número no hacen sino confirmar esta situación y, curiosamente, lo hacen por iniciativa de una universidad pública, la Rey Juan Carlos de Fuenlabrada (Madrid). Es obvio por tanto que existe inquietud, más inquietud podríamos decir, en los despachos universitarios que en las empresas de comunicación ante este asunto ya que, al fin y al cabo, estas últimas tienen una gran experiencia a la hora de apañarse con lo que hay en el mercado para cubrir los nuevos perfiles profesionales.
Las agencias de publicidad, por ejemplo, han pasado más años sobreviviendo sin facultades de Comunicación que con ellas.
¿Por qué no se le pone remedio a esta situación? Es una pregunta difícil de contestar. Por un lado, podríamos hablar de burocracia, de situación complicada en las universidades como consecuencia del espacio único europeo y el Plan Bolonia, o de intereses creados que impiden una renovación de planes de estudios anquilosados. Pero por otro, reconozcamos también que en el asunto de los nuevos perfiles profesionales no en todos los casos las soluciones pueden venir de las facultades del área de Comunicación. Por ejemplo, que existan programadores con mentalidad de marketing se sale de su ámbito. Y tampoco existen en el país, ni probablemente en el mundo, profesores capaces de impartir una asignatura sobre planificación en redes sociales.
En estas páginas hemos advertido en muchas ocasiones y desde hace años de que este desfase iba a ser dramático. Y lo está siendo. Incluso, intentando aportar un granito de arena por nuestra parte, lanzamos una plataforma para que profesión y docentes pudieran debatir este asunto con provecho para ambas partes. Por ahora ha quedado en suspenso. No queda mucho que añadir por tanto, la industria publicitaria y la Universidad seguirán quejándose y avanzando por sus caminos paralelos. Pero alguien debería de explicarles a los alumnos que una buena parte de lo que van a aprender a lo largo de cuatro o cinco años son conocimientos periclitados, superados por la práctica actual.
Por una vez, cabría decir que los conocimientos teóricos que se imparten en la Universidad, por su carácter intemporal, van a tener más utilidad que habilidades prácticas que están quedándose anticuadas a ojos vista.