La escena que presenciaron unos amigos era la siguiente. En un chalé de la urbanización Los Gatos (en su mayoría construcciones ilegales, que suman ¡más de 40.000! en la zona, más que las legales), municipio de Chiclana de la Frontera (Cádiz), los bomberos sacan a la calle en brazos a una anciana. Las vallas de la finca, mal diseñadas, no eran capaces de desalojar el agua acumulada. Un equipo de televisión recogía la escena y pedía, entre risas, repetir la toma a los participantes. Todo tranquilo en los alrededores.
En el informativo de mediodía esa información se difundía por una cadena nacional más o menos así: “Estamos en el centro de Chiclana donde, por culpa de las inundaciones, los bomberos han tenido que efectuar varios rescates como el de esta anciana que corría serio peligro…”. ¿Nos escandaliza? A lo mejor nos escandalizaría menos si supiéramos cuál es el modelo que utilizan muchas televisiones para sacar adelante sus informativos con el menor presupuesto posible. Un modelo muy parecido al de los estibadores de La ley del silencio (Elia Kazan, 1954).
El mundo de los negocios está lleno de modelos que desde su mismo planteamiento tienden a la perversión, y el sector publicitario lleva arrastrando algunos de ellos desde hace demasiado tiempo y con el consentimiento implícito de las partes. Y no me refiero sólo al asunto de la remuneración de las agencias o el sistema de rápeles de los medios. La forma en que se utilice la investigación por el anunciante, por ejemplo, puede llevar a la perversión en la toma de decisiones, y lo mismo podemos decir de ciertos procesos de selección de agencia.
Uno de los mayores retos de los gerentes en el momento actual es detectar y corregir esos modelos perversos y hacerlo con una objetividad tal que pueda sobreponerse a criterios puramente financieros o de comodidad. En una situación como la que vivimos, un modelo con posibilidades de pervertirse se pervertirá con total seguridad y, si bien con él se pueden ahorrar algunos euros durante un tiempo, a la larga llevará a la organización por la senda de las decisiones equivocadas, es decir, a perder la orientación de la empresa, su misión y con ello propiciar su desaparición.
David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales