Probablemente sea por nuestro ancestral egocentrismo, o porque estamos acostumbrados a trabajar en un sector con una enorme competencia y cada uno tira por donde estima oportuno, lo cierto es que el mundo de la publicidad carece del corporativismo de otros gremios.
Nuestra industria ha crecido en los últimos quince años de forma espectacular (quitando, eso sí, los dos últimos), lo que ha dificultado el desarrollo de un sentimiento de pertenencia enfocado hacia el exterior, probablemente por aparente falta de necesidad. Sí, es cierto que hay un buen número de asociaciones donde nos agrupamos, pero no hemos conseguido hacernos valer en otros foros de influencia.
Carecemos de representatividad en las grandes organizaciones empresariales, como la CEOE, o la de pequeñas y medianas empresas, CEIM, etcétera, lo que quizá haya propiciado que sepamos poco de subvenciones o de ayudas porque ni siquiera nos lo planteamos.
Ahora, inmersos en una crisis que está provocando una seria reconversión en el sector, me pregunto si la Administración puede o debe tomar medidas para que podamos llevar a cabo los cambios necesarios en la actual coyuntura. Fue en enero cuando el Gobierno español anunció su voluntad de “alcanzar posiciones comunes y poner en marcha soluciones consensuadas en un momento de transición clave para el futuro del periodismo”. La Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) y la Asociación Española de Editores de Publicaciones Periódicas (AEPP) forman parte de este diálogo.
De igual forma, la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (UTECA) consiguió nada menos que retirar a RTVE del mercado publicitario o facilitar la fusión entre cadenas. La nueva Ley General Audiovisual, a falta del visto bueno del Congreso de los Diputados, está a punto de aprobarse con nuevas ventajas para las televisiones privadas y alguna desventaja más para el sector publicitario, como la prohibición de emitir publicidad sobre bebidas de baja graduación alcohólica fuera de la franja de tiempo entre las 20.30 horas y las 06.00 horas del día siguiente.
Si es cierto, y creo que lo es, que la prensa y las cadenas privadas de televisión están atravesando una gravísima crisis, y que necesitan ayudas para acometer su respectiva conversión, no lo es menos que la publicidad también esta ante una encrucijada. No olvidemos que ha sido la recesión del mercado publicitario, entre otros factores, la que ha provocado la actual situación de los medios.
La publicidad también tiene que hacer frente a grandes gastos derivados de la crisis, costes muy altos que pasan por la reconversión profesional y por nuevos equipamientos. Los gastos que se pueden ocasionar con motivo de la necesidad de reducción de plantilla, bien por exceso de mano de obra, bien por necesidad de sustituirla por otra más barata, acorde con los nuevos ingresos del sector, o gastos ocasionados por la necesidad de cambiar de oficinas, o por el necesario replanteamiento del perfil de los profesionales con los consiguientes gastos en entrenamientos, o bien nuevos perfiles profesionales como consecuencia de los nuevos medios, etcétera. En fin, grandes gastos en épocas de limitación de ingresos. Sin embargo, no hemos sabido integrarnos en la burocracia administrativa para obtener créditos u otro tipo de ayudas, prácticamente está todo por hacer y nos hemos quedado a dos velas.
Barómetro
Dándole la vuelta a la tortilla, creo que éste es un sector clave en la economía, un barómetro del funcionamiento del país y que de la misma forma que la Administración debería estar más presente en nuestras oraciones, también el Gobierno debe comprender que podemos jugar un papel muy importante en la salida de la crisis provocando un cambio en la percepción de la sociedad.
Me temo que está ocurriendo exactamente lo contario, tanto el gobierno central como los autonómicos gastan cada vez menos y con menores márgenes en publicidad ¡Y nosotros sin un Plan E que echarnos a la boca!
Si lo que tenemos es una crisis de consumo, tardaremos mucho más en salir de ella si no somos capaces de incentivar el mismo. Es ahora cuándo más se debería invertir en publicidad, porque en épocas de dificultad las marcas tienen la oportunidad de tomar ventaja y de diferenciarse más de los que han decidido dar un paso atrás en sus inversiones.
A ello se suma nuestra innegable capacidad para crear un estado de opinión más optimista que ponga en marcha los engranajes de la economía. En este sentido, la campaña “Esto lo arreglamos entre todos”, organizada por las Cámaras de Comercio y un grupo de grandes empresas, me parece una iniciativa positiva, porque, aunque la idea carece lamentablemente de los conceptos necesarios para que sea asimilada por el consumidor, en el sentido de motivar a la acción, intenta, al menos, lanzar un mensaje de optimismo.