Conseguido el objetivo de sacar en apenas dos meses la publicidad de TVE, la presión de Uteca se dirige ahora hacia las televisiones autonómicas. De momento han conseguido ya abrir el debate, pero el tablero de juego está en una situación completamente diferente a la que tenía la televisión estatal. Por un lado, el déficit de estas televisiones es porcentualmente mucho más alto que el de la estatal y eliminar la publicidad les haría alcanzar cotas de escándalo en un momento en el que los presupuestos actuales de las autonomías correspondientes no están para encajar semejante golpe. Por otro lado, hay argumentos identitarios que hacen de estos entes figuras políticamente intocables en el entramado de poder de las autonomías.

La retirada de la publicidad de TVE de una forma tan brutal fue un golpe bajo para las empresas anunciantes en un momento en el que fomentar el consumo es casi deber de Estado. La lógica del mercado que maneja Uteca, un tanto perversa ya que defienden un coto protegido por concesiones administrativas cuyo número tratan por todos los medios de limitar, se podría aplicar con la misma fuerza a las televisiones autonómicas, que compiten en todo con las privadas. Pero aquí se van a encontrar previsiblemente con un hueso mucho más duro de roer.

No todas las televisiones autonómicas son iguales pero, perversamente, son aquellas que tienen más éxito y cuestan menos a sus conciudadanos las que antes querrían ver sin publicidad en Uteca. Esta asociación necesita objetivos como éste para justificarse, así que mucho nos tememos que la batalla va ser larga y probablemente cruenta. Quizás piensan que su éxito a escala nacional es fácilmente replicable en la autonómica pero eso es difícil. En el primer caso confluyeron los deseos de Gobierno, sindicatos y grupos mediáticos, lo que devino en un salto de la propuesta al trámite parlamentario sin parangón y en una aprobación prácticamente Express.En este caso falla ya el primer factor. Los barones autonómicos no están en absoluto por la labor, a los sindicatos no se les ha oído y los medios autonómicos tienen muchas veces una fuerte dependencia económica de las instituciones.

Por tanto, esta batalla viene larga, para bien de los anunciantes que necesitan de la publicidad televisiva local. Especialmente para las empresas de ámbito regional que tienen en estos canales la única forma de competir con aquellas que disponen de presupuesto para entrar en las grandes cadenas