Hace exactamente un año hacía una reflexión acerca del rastro digital. Observaba algunas creaciones de bio-arte que construían mapas trascendiendo la representación física del territorio y trabajando sobre diferentes aspectos de la vida urbana. Estos mapas subversivos, como los denominan sus creadores, tienen una carga de reivindicación social de espacios y redes que enriquecen el paisaje urbano con información, significados y emociones.

Hace un par de semanas descubrí un proyecto en el CA2M (Museo de Arte Contemporáneo de Móstoles): www.mapearmadrid.org. Se trata de una iniciativa desarrollada por este centro y que pretende reflejar las expresiones artísticas y de creación contemporánea de nuestra comunidad con el fin de dibujar el mapa del tejido cultural y sus estructuras artísticas. Un proyecto que abarca a la universidad, los movimientos sociales, la ciencia, la industria y los medios.


Sólo ha pasado un año, aunque parece una década en nuestro sector. Tengo que confesar que cuando escribí "El rastro digital" ya tenía un proyecto muy similar a este en mente y que intenté realizar sin éxito en varias ocasiones. Supongo que en el entorno equivocado.


Lo cierto es que el tema me resulta apasionante. Si estamos construyendo un proyecto en el que la colaboración y la difusión son la clave del éxito, estamos otorgando tanto valor al individuo como a la institución y debemos ocuparnos de facilitar las herramientas a los usuarios para que puedan compartir y por tanto el proyecto se construya. Como dice Aaron Koblin, artista especializado en visualización de datos: “Let your data free!”. Y es que en un proyecto de estas características tienes que pensar en los datos y su movimiento, mucho más que en el mundo real del que provienen.


Creo que hay varios aspectos que mejorarían mucho la participación. En primer lugar, entender que el dispositivo móvil es el que nos acompaña cuando estamos en el mundo real, es por tanto el punto de conexión cuando estamos en movimiento y debe ser la clave para la recogida de datos que alimenten nuestra plataforma.


Por otro lado, la vinculación de nuestro proyecto con otras aplicaciones como FourSquare. Si estamos hablando de geolocalización y zapping, no podemos ignorarlo. FourSquare ha hecho que nuestro rastro ahora sea perfectamente visible. Según parece ya han superado los 40 millones de check-in y además no implica un coste añadido de desarrollo tecnológico lo que lo convierte en una gran opción a valorar. Es cierto que todo evoluciona a gran velocidad en el mundo digital, si FourSquare se verá amenazado o no por la próxima capacidad de geolocalizar de Facebook u otras herramientas similares dependerá de la capacidad de innovación que plantee cada uno. Ya hemos experimentado la geolocalización, ahora esperamos que nos sorprendan, que nos aporten nuevas experiencias relacionadas con ella. Simplemente habrá que estar muy atentos a lo que sucederá mañana.


Parte emocional


Volviendo al proyecto Mapear Madrid. Más allá de la información racional que nos ofrecen estas herramientas y la visualización artística que nos pueden llegar a ofrecer los datos, necesitamos aportar la parte emocional que la dota de significado. Quiero poder ver imágenes de otros que ya han asistido antes que yo y saber cuál es su opinión. Ver las fotos de otros usuarios que acudieron a alguna performance de un grupo al que sigo me aportará información más valiosa y creará una documentación gráfica capaz de mantener vivos los eventos culturales durante más tiempo.


En tercer lugar, echo en falta poder encontrar la información en mi móvil cuando estoy en la calle. Quiero saber qué sucede a mi alrededor. Sería perfecto tener una aplicación de realidad aumentada para poder visitar alguna exposición de este proyecto o dar de alta una que he encontrado por casualidad y que merece la pena compartir en el acto. La información debe fluir en ambas direcciones.


Desde luego, doy la enhorabuena al CA2M por este proyecto, creo que estas iniciativas son geniales y me tomo la libertad de darles también un consejo: Hay que quitarse el complejo del “qué dirán”. Este juego tiene sus propias reglas y si quieres jugar tienes que aceptarlas. Let their data free!