Entre tanto comentario acerca de la repercusión del iPad en el mercado editorial, pocos se han centrado en el verdadero reto que este tipo de dispositivos va a suponer para la industria editorial y que está, desgraciadamente, alejado del desafío profesional de adaptar sus productos a ese entorno. Aquello que escribía hace dos años en estas páginas ya ha ocurrido: tenemos sobre la mesa dispositivos que permiten una experiencia con los medios impresos que se equipara e incluso supera en aspectos concretos al papel. Eso es bueno, pero la parte negativa puede anular con creces esa bondad: las tabletas van a abrir de par en par las puertas a la descarga ilegal de títulos. Ya hay varias páginas que las ofrecen amparándose en el peer to peer, pero el daño que están haciendo, en tanto no se generalicen esos dispositivos, es limitado.

Pero eso no debería servir de consuelo: estamos en tiempo de descuento. De hecho, yo diría que la industria de medios impresos española, representada por ARI y AEDE, lleva dos años de retraso para poner remedio a un drama que se ve venir. En 2008 uno de sus representantes se mostraba muy escéptico cuando le comentaba este asunto. Tenía sobradas razones para estar más preocupado por la facturación publicitaria. Pero esto no es una tormenta, es una corriente oceánica.


Si el ejemplo de lo que ha ocurrido con la música y el vídeo les sirve de algo (en primer lugar para tomárselo en serio: las tabletas son a revistas y diarios lo que los MP3 a la música), las soluciones que la industria editorial tiene pasan por una alineación inmediata ante el consumidor. Es urgente que le ofrezcan un punto de compra único (su propio iTunes), cómodo, con productos a mejor precio que en papel y medios de pago extraordinariamente simples y unificados. A partir de ahí, existen diferentes estrategias posibles, como homologar dispositivos, sumarse a quioscos existentes como Zinio, crear uno común, etcétera. No es fácil, pero es urgente.


Lo que es cierto es que, si cada grupo editorial tira para su lado, el consumidor optará por la solución más cómoda, rápida y económica: la descarga gratuita. Es un tema de alto estado mayor, pero no se aprecia una inquietud por unirse sino, al contrario, movimientos individuales. La industria editorial puede convertir las tabletas en aliados o suicidarse con ellas, depende de cómo se comporte en su conjunto.

David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales