Un estudio reciente confirmaba la preocupación de los directivos de las empresas estadounidenses por el aparente descenso de nivel profesional de los periodistas dedicados al mundo de los negocios. Y su preocupación no se manifestaba como lectores, sino como gestores de empresas que siendo objeto informativo de esos medios, perciben claramente su influencia en el negocio, para bien o para mal. Me imagino que lo mismo ocurriría si se trasladara la encuesta a otras especializaciones.
La profesión periodística ha sido porcentualmente la más golpeada por la crisis, más incluso que los oficios de la construcción, como corresponde a una caída de ingresos aún mayor y a una mayor dificultad para echar el freno: un constructor no tiene el compromiso de estar en contacto con sus clientes regularmente, como lo tienen un diario, una radio, una revista, un sitio web informativo, etcétera.
Este proceso de reconversión, es decir, de serios recortes en la plantilla de los medios (afortunadamente, no es nuestro caso) coincide con otra corriente de mercado: la presión de las compañías para comunicar a través de noticias en lugar de con publicidad, esa partida ahora menguante. Esto dibuja una bonita pescadilla que se muerde la cola: a unos les interesan los usuarios de los otros sin pagar un euro y los otros no pueden dar buen servicio a sus usuarios si no facturan. Lo peor es que algunos no se enteran de lo que está ocurriendo. En medio de esta situación dramática de tantos y tantos títulos, se empeñan en complicarles la vida a sus menguantes, párvulas y en muchos casos desincentivadas plantillas con convocatorias fuera de la redacción por cualquier peregrino motivo y, para mayor dislate, en cada vez más casos sin siquiera anunciar el motivo.
Sólo faltaría que se adoptara la moda de las ruedas de prensa sin preguntas (contradictio in terminis) de los políticos para redondear la cosa. Señores y señoras responsables de comunicación de empresas, señores y profesionales de agencias de relaciones públicas, un poquito de por favor. Y de respeto. Un redactor jefe, un periodista, tiene que saber para qué se les convoca. Primero, para decidir si el acto merece la pena ser cubierto; segundo, para preparase o documentarse si fuera necesario. Me imagino que el convocante piensa que no anunciando el motivo, se genera más expectación en los periodistas. Actualmente lo que se genera es la impresión de que no lo anticipa porque sospecha que, de hacerlo, no acudiría nadie.
David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales