¿Qué pasaría si perdiera ese post-it ® ajado que guardo en un lugar secreto de mi despacho y en el que están todas las claves por las que me muevo por internet? No me preocuparía que alguien me desplumase, puesto que no hay de dónde y, además, esas claves son de sitios inocuos. Pero, como entretenimiento, me pregunto qué imagen de mí le daría a un posible curioso la publicidad y el contenido a la carta --o a la cookie-- de esos sitios. Por ejemplo, la penúltima vez que entré en Facebook, la red social universal me ofreció a la derecha arriba un centro para rehabilitación de cocainómanos. ¿Fue porque en mi perfil aparece varias veces la palabra publicidad? Si yo ni siquiera he fumado tabaco (bueno, admito un cigarro debajo de una mesa en la comunión de una prima: vomité).

Es muy probable que el anónimo cotilla se encontrase también con un anuncio de sushi. Ése me sale muchísimo y el caso es que nunca he buscado un restaurante oriental por Facebook. Y ahora mismo, que acabo de entrar para probar, me ofrece solución a mis problemas con la humedad, los hongos y el salitre. Y esto me preocupa más, porque es cierto que en el sótano de mi casa tengo alguna batalla perdida contra los dos primeros elementos. ¿Cómo lo sabe la máquina?

En YouTube es distinto. Si el desconocido entrara con mis claves vería este extraño conjunto de sugerencias: un vídeo de porrazos de automóviles, dos documentales sobre la costa catalana, uno sobre skate, otro de bailes togoleses y nada menos que tres propuestas sobre la última campaña de La Casera. Me imagino que sin terminar yo sesión mi mujer ha buscado contenidos sobre Togo por razones de dedicación humanitaria, y mi hijo videos de skate. Prefiero pensar eso. En cualquier caso, el susodicho voyeur tendría de mí un relato desconcertante. Se trata, pensaría, de un cocainómano muy joven, probablemente africano, con problemas en su sótano, que veranea en la costa catalana, mal conductor y fanático de La Casera.

Creo que semejante tipo no se podría usar ni en una novela nórdica. Afortunadamente compruebo que al entrar en Google y teclear mi nombre no aparece la clínica de desintoxicación, sino un anuncio de la Casa del Libro.