Hace unos días la AUC nos alertó de una resolución de Autocontrol contra una campaña de una firma de moda. La alerta era interesada ya que todo partió de una denuncia de la propia Asociación de Usuarios de la Comunicación ante el jurado de Autocontrol. Tras ver el anuncio en cuestión me quedé perplejo. Y me imagino que otro tanto le pasó a miles de personas, relacionadas o no con el mundo de la comunicación.

Polo de Deauville es una firma francesa que vende ropa de hombre y mujer, y en su campaña una joven vestida sólo con unas botas de montar se tapa con una gran copa del campeonato de polo Elie de Rostchild deporte que patrocina la firma. Vamos, como si Xavi García o Iniesta aparecieras tapándose sus vergüenzas con la Copa del Mundo en un anuncio de Adidas. En la misma revista femenina donde encontré el anuncio, aparecía Julian Moore sin ropa aparente, cubriéndose con un bolso de Bvlgari y un cachorro de león, campaña también censurada, pero en su caso por el alcalde de Venecia (suena a montaje). Es sólo un ejemplo porque en el contexto de esa revista la imagen de la campaña que el jurado consideró censurable es una más, incluidas todas las del contenido editorial.

Si nos tomamos en serio la razón esgrimida de que en la campaña la mujer sufre un” trato vejatorio, utilizada como un mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar”, llegamos a la conclusión de que se habría salvado de haber llevado una gorra, un pañuelo o un anillo –si los tuviera- de la firma. Por esa vía, tendría la AUC que ir pensando en demandar a todas las campañas de perfumería con imagen de mujer –ligera de ropa o no- por medio, dado que es bastante difícil comprobar si la modelo está portando o no el producto y por tanto sería un mero objeto.

No sé si esta denuncia llevará el mismo camino del, para mí, otro gran desliz de la historia del jurado (Mitsubishi), finalmente enmendado por el Supremo, pero algunos de los principios aducidos en su sentencia se podrían aplicar en éste otro caso. No puedo por menos que sentir una gran simpatía por una entidad que modestamente ayudé a nacer, y pienso que a lo largo de su más de diez años de existencia el balance de su labor es enormemente positivo, pero eso no me impide señalarla cuando pienso que su jurado (ente independiente de la asociación Autocontrol) se equivoca. Me gusta mucho más cuando persigue promociones engañosas, una especie que ha subido como la espuma por culpa de la crisis y en la que están cayendo marcas que a uno le hacen llevarse las manos a la cabeza.


David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales