Ha aparecido un libro cuyo título ya es una declaración de intenciones: Pensamiento Power Point: indagación sobre este programa que te vuelve estúpido. ¿Quién que haya trabajado en una agencia no ha odiado intensamente el PP? Los que somos viejunos (yo pillé las transparencias) nos destetamos digitalmente con otro programa, Presentations, creo, que terminó en poder de Gates. Como suele ocurrir, a nadie le dan nunca una puñetera clase de PP, por lo que tienes que apañártelas solo hasta que descubres lo básico para hacer un asco de presentación. Si acaso, aprendes a meter un vídeo y a que las cortinillas entre diapositivas se distribuyan aleatoriamente, incrementando el estrés de la audiencia.
Son muchas las agencias que han desterrado el PP y hasta el Pages, la alternativa Apple con opciones más chulas, pero igualmente para iniciados. Prefieren presentaciones a pelo y terminar con un vídeo. A mí esa idea siempre me dio mucho vértigo. Uno podía ser elocuente en la estrategia, podía el creativo representar la campaña de forma memorable, para bien o para mal. haciendo sucesivamente de señorita con poca ropa, camionero y ejecutivo estirado. Pero luego el receptor de tanta elocuencia tenía que repetir la actuación ante su inmediato superior y así sucesivamente. Toda la presentación de Patxi podía haber terminado siendo: “Es un tipo que grita en bolas por la ventana”. Y la de Mano: “Hay un loco que conduce incumpliendo el código”. Y Atrapantes: “Cosas asquerosas por toda la web”.
Sumado todo esto, impericia y miedo a la transmisión del mensaje, muchos PP terminan por ser texto en pantallas horizontal. Y ahora vamos al extremo contrario: aquellos presentadores expertos que no quieren dejar huella escrita de su sapiencia. Cuando los contactas te dicen que sí, que no les importa pasarte la ponencia. Luego entiendes por qué. En realidad el PP lo usan para proyectar fotos que tienen más o menos que ver con la idea, como podían hacer hecho con un carro de diapositivas de los antiguos. Si algún día se hace un museo de la publicidad, tendría que haber una sala donde se exhibieran las herramientas para las presentaciones a lo largo de la historia: cartones, pizarras, diapositivas, transparencias, portátiles, cañones de vídeo (con fotos de del ejecutivos acarreándolos por aeropuertos), iPad…y lo que venga. Y todo esto explicado con un buen pogüer poin.
David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales