Apple ha terminado el año como gran triunfadora por su capitalización bursátil. No sabemos si los inversores han premiado la aparentemente infinita capacidad creativa de la marca de la manzana y de su inspirador, Steve Jobs, o los esperados beneficios de su iPad (65 millones de ventas estimadas en 2011), porque ya sabemos que el dinero juega siempre a caballo ganador.

Por tanto, decir ahora algo en contra del tinglado de Apple es ir contracorriente y exponerse a todas las críticas (aunque ya se ve más de un “Apple is bad” en las redes sociales). Pero me voy a arriesgar porque, como poseedor del inevitable iPhone, mi cabreo con las cabezonerías del señor Jobs ha alcanzado su punto más elevado estas navidades.

Queridos amigos de las agencias y los medios, queridos diseñadores y programadores creativos, queridos todos: no he podido ver la gran mayoría de vuestras, seguro, preciosas felicitaciones navideñas durante estas pasadas vacaciones porque estaban programadas en Flash y el señor Jobs sigue guerreando contra Adobe a base de darnos patadas en el trasero a sus propios usuarios. Si para la navegación ya resulta frustrante que aparezca cada dos por tres el icono maldito que te avisa de que no puedes ver una ilustración o documento, lo de estas semanas ha degenerado en un monumental mosqueo que me ha hecho jurar que mi próximo chisme portátil, ya sea teléfono o tableta, o verá Flash o no será.


Y, habida cuenta del nivel de esponjamiento al que estarán llegando en estos momentos en el cuartel general de Apple, es altamente improbable que den ni un mínimo paso atrás. Mientras, los dispositivos en Android se venden a un ritmo muy superior a los de Apple, pero eso no parece preocupar a los inversores, al menos de momento. El peligro para la compañía de la manzana no es sólo este asunto concreto, sino que su encumbramiento le haga olvidar que ha llegado donde ha llegado proporcionando a sus usuarios una experiencia diferente y más satisfactoria, y siga tomando decisiones que perjudiquen esa experiencia. No tener lector de tarjetas ni puerto USB en el iPad, por ejemplo.


Sea lo que sea, prometo que el próximo año podré ver vuestras felicitaciones en mi móvil.


David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales