A principios de enero se celebró en Las Vegas el International Consumer Electronic Show (CES), un encuentro tecnológico mundial en torno a la innovación en diferentes ámbitos. En él han participado más de 2.700 empresas tecnológicas y se han presentado más de ochenta tablets inalámbricos, entre otros muchos productos. Estamos en plena fascinación por estos dispositivos. Supongo que lo suyo sería hablar de estos aparatos y sus diferentes posibilidades, pero por un lado creo que hay una diferencia entre lo portable y los objetos que nos acompañan a todas horas y por otro lado me parece fundamental analizar los pasos que hemos dado con antelación y aprender de ellos.

Tengo que confesar que prácticamente no accedo a mis redes sociales ni reviso mi correo personal en el ordenador. Lo cierto es que llevo una extensión de todo ello en mi propio bolsillo. El móvil se ha convertido desde hace ya mucho tiempo en la extensión de mi vida personal, mis intereses y mis necesidades particulares cuando estoy en otro ámbito, el profesional por ejemplo. También forma parte de mi vida familiar siendo un dispositivo que comparto con mis hijas cuando estamos fuera de casa para que puedan jugar, pintar o ver dibujos y sin duda es una fuente de información de todos aquellos temas que me interesan facilitándome el acceso y ayudándome a aprovechar el tiempo, escaso la mayoría de las veces.


Por lógica también sucede a la inversa, la incursión de mi trabajo en mi ámbito privado se hace muchas veces desde el mismo dispositivo, aunque con un enfoque mucho más práctico, facilitando en cierta medida la conciliación o, para ser más exactos, favoreciendo que ambas cosas sean compatibles con sus respectivas altas exigencias.


Es posiblemente el único medio en el que puedes encontrarme al mismo tiempo como profesional creativa, madre, hija, profesora, amiga, contacto (una nueva forma de decir que somos conocidos), emprendedora y muchas cosas más que describen mis intereses personales y que no detallo aquí.


El canal de comunicación que ofrece el móvil tiene un enorme valor, no sólo por la inmediatez sino especialmente por la capacidad de autosegmentación de contenidos. Es el usuario quien decide qué le interesa en cada momento y cuándo consumirlo. Además, el valor emocional que le confiere, la intensidad de relación que supone permitir un contenido en nuestro dispositivo móvil, nos ayuda a crear un vínculo duradero con el consumidor . Cuando yo decido aceptar un contenido en mi móvil estoy dándole permiso para pertenecer a mi ámbito privado… ¿se puede pedir más compromiso?


Ahora nos vemos ante el reto de encontrar al usuario y que el usuario nos encuentre justo cuando nos necesita o se acuerda de nosotros. Y esto empieza a plantearse como las grandes preguntas de la Humanidad: ¿qué fue antes la gallina o el huevo?


Exigencia

La única forma de conseguir un buen recuerdo de marca, de hacer que los usuarios nos consideren, es sin duda conseguir una buena estrategia de comunicación en todos los medios, aunque es posible que sea éste en concreto el que más nos exija.
La razón vuelve a incidir en algo que tiene su parte positiva y de riesgo (porque no diría que es negativa): dl esfuerzo de descarga de una aplicación y la voluntariedad de acceso a cualquier contenido hace, por un lado, que la experiencia del consumidor sea más fuerte pero, por otro lado, nos obliga a estar atentos de no decepcionarle ya que esta experiencia también sería igual de intensa.
Hay mucho poder condensado en 3 pulgadas y pico. La creatividad y la estrategia harán que lo que muestre esa pantalla consiga el enganche con el usuario o no. Así se irá creando una cultura de la marca asociada a este tipo de herramientas y dispositivos móviles (tablets incluidos).