Presentábamos en Barcelona en una cena a un grupo de directivos multinacionales y Eduardo Punset, sabio mediático y divulgador, comentó su proyecto de promover la inteligencia emocional en escolares. Ya hay empresas y entidades financiando este tipo de proyectos. La empatía, automotivación, comunicación y capacidad para gestionar el estrés y trabajar en equipo son tan importantes para la felicidad de los futuros ciudadanos como para su rendimiento académico presente.
Esta actividad reduciría el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Hoy los infantes procesan docenas de veces más información que hace veinte años. Sin embargo, la metodología educativa no ha evolucionado salvo en los contenidos. Eduardo nos explico que, además de los escolares, había otro grupo sociodemográfico que padecía esta problemática en fase aguda. Lo han adivinado ¡Los equipos directivos de las grandes empresas son como niños! Regocijo general en el restaurante porque veían simpáticamente reflejados a sus compañeros. A ellos mismos no, claro.
A los directivos también se le puede entrenar en inteligencia emocional, como hace Eduardo con los escolares. Los perros sólo son viejos cuando no aprenden trucos nuevos. E incluso los directivos también tienen derecho a ser felices, y de paso ser más eficaces.
Los colegios necesitan financiación para estos proyectos porque son percibidos como accesorios, y en el océano de lo publico los vientos soplan rumbo a la ciudadanía, y no hacia la inteligencia emocional. En la empresa no se necesitan mecenas. El problema es que los equipos directivos ya han recibido formación de los mejores expertos, acudido a escuelas de negocio, recibido sesiones de coaching de psicólogos y deportistas, y demostrado que se puede torear una vaquilla mientras se consulta el iPhone o la Blackberry.
La eficacia de este portafolio de métodos se ve devaluada porque no trabajan sobre la dimensión artística que aúna cabeza y corazón, y porque ya nada logra captar la atención del profesional, que precisamente padece de falta de la misma. Además , no veo a los directivos de las cajas fusionadas haciendo team building tiroteándose con pelotillas de paintball.
Mas allá de las loables iniciativas de Eduardo, en algunos colegios se desarrolla una actividad que contribuye la inteligencia emocional y a prevenir el TDAH. Se trata de los grupos de teatro. Fomentan el trabajo en equipo, mejoran la capacidad de comunicación, favorecen la empatía, y la gestión del estrés. Y además los monólogos, las improvisaciones , las interpretaciones, exigen todo el talento del esforzado participante. Enganchan, y los protagonistas corren el riesgo de seguir con esta afición toda la vida. Es parte de la saludable, y creciente tendencia de tener, además de un trabajo, una afición artística susceptible de convertirse en una salida profesional. Cambiando un sueldo maravilloso y un trabajo de mierda por lo contrario. (Carlos Olalla dixit)
Recientemente organizamos un taller de teatro para un grupo directivo muy profesional pero poco autocomplaciente. Fue en Almagro, epicentro teatral y cuna de afamados aliños vegetales. Paloma Pedrero, el talento y la emoción personificados en autora teatral, dirigió con mano de hierro en guante de terciopelo este rito catártico. Su experiencia en dirección de actores y teatro como terapia para grupos en riesgo de exclusión social, garantizaba el manejo de grupos de ejecutivos con TDAH. La intensa vivencia activó inesperadas habilidades individuales y colectivas. Mas que a conocerse mejor, les ayudo a tener otra imagen de si mismos. Si no más simpáticos, salieron mucho mas empáticos.
En un taller de teatro los ingenieros expresan sentimientos, los financieros improvisan con la secretaria broncas conyugales por llegar tarde del trabajo (e intercambian los papeles con una palmada) y los brand managers interpretan amas de casa victimas de la crisis a la hora de hacer la compra.
He visto a CEOs expresar en talleres de teatro miedo, rabia o simular que son un árbol agitado por la tormenta, como lo he hecho yo mismo. Dice mi amigo Fran, profesional de la comunicación y sin embargo sicólogo, que la ventaja de las técnicas teatrales para un ejecutivo, es que te capacita para distinguir cuando estas interpretando y cuando eres tu mismo.
O como diría mas poéticamente un icono portugués: “El poeta es un fingidor , y finge tan grandemente , que finge sentir dolor cuando de veras lo siente”.
(Bienvenida Paloma Pedrero, y que la fuerza te acompañe Robert Muro)