Después de más de cuarenta años trabajando para acercar la tele a sus espectadores buscando ofrecer la mejor imagen y una reproducción perfecta del sonido, un nuevo concepto parece abrirse camino en internet: el vídeo sin audio.

Si este formato hubiera existido en 1971 el recordado y premiado Al mundo entero quiero dar se habría quedado sin mensaje de paz y reducido a un nutrido grupo multirracial de jóvenes sosteniendo una botella. De ahí en adelante, el negrito del áfrica tropical hubiera tenido que cultivar cacao en silencio y sus vecinos del Congo no hubieran podido explicar las bondades de su vestido de chocolate con cuerpo de cacahuey a ritmo de Tina Turner. No, está claro que la publicidad y el vídeo –ni entonces ni ahora-- serían lo mismo sin su pim-pam.

La música y el sonido han sido y son una parte importante del anuncio, incluso más que en cualquier otro contenido. Suprimirlos hubiera podido tener resultados inesperados: las muñecas más famosas del mundo podrían ir a una fiesta de fin de año, en lugar de dirigirse al Portal de Belén. ¿Sería tan memorable el abrazo del hijo que vuelve a casa por Navidad sin su banda sonora o lo habríamos olvidado antes de las rebajas? ¿Sabríamos qué está hecho de “leche, cacao, avellanas y azúcar”?

Una aceituna nacional, un tomate con acento mejicano, los pezqueñines a quien hay que dejar crecer, han conseguido que recordemos marcas y mensajes mucho más allá del tiempo que duraba la campaña y del que seguramente habían previsto sus creadores. Está claro que sus melodías han tenido mucho que ver, aunque no podamos cuantificarlo.

CTR

En el caso de Internet, un sector en el que todo es medible y cuantificable sí podemos saber que un preroll (vídeo con audio) puede contar con un CTR medio superior a 2,5, es decir, más de 12 veces superior a la media de un vídeo in banner sin sonido (que tiene un CTR medio de 0,2). Conociendo estas cifras, ver como proliferan cada día este tipo de campañas sin audio hace que muchos de los que trabajamos en este sector nos quedemos verdaderamente sin palabras.

Fernando García es director de desarrollo de negocio de Smartclip Iberia