De un tiempo para acá, estoy notando un incremento espectacular de mensajes publicitarios, particularmente en radio y televisión, en los que el emisor del mensaje, o sea, el locutor, dice lo que tiene que decir (y la mayoría de veces mucho más de lo que tendría que decir, pero éste es otro tema) gritando como un energúmeno, en lugar de decirlo hablando, que es como normalmente nos comunicamos las personas.
Y es que, seguramente, el anunciante que firma este griterío tan irritante y molesto cree que a base de decibelios y chillando su mensaje, e incluso diciéndolo de forma repugnantemente imperativa (hay quien le dice a esto call to action), este mensaje llegará más al receptor, o será más persuasivo, o vete a saber, igual incluso debe llegar a creer que se entenderá más.
Pues no. Dime raro, pero a mí, cuando alguien me ordena que disfrute de cualquier producto con un "¡Disfrútalo!", qué queréis que os diga, me produce un efecto totalmente contrario. Y no escribo aquí lo que verdaderamente pienso cuando me lo ordenan, porque es muy feo.
Yo no conozco a nadie, repito, a nadie, a quien le guste que le griten. Excepto en los tristísimos recuerdos que tengo de la mili, no recuerdo a nadie chillándome a la cara como hacían aquellos tristes personajillos embutidos en su sucio uniforme lleno de galones, como se ha visto en tantas y memorables películas. Ni mi padre, ni ninguno de los numerosos (por suerte o por desgracia) jefes que he tenido a lo largo de mi vida, me han dicho nada a gritos. Ni cuando me han echado bronca.
Rechazo
Entonces... me pregunto: ¿por qué un anunciante quiere comunicarse como un sargento chusquero y chillarle a su consumidor? ¿Qué carajo le pasa por la cabeza a quien se cree que la publicidad gritada es más efectiva? ¿Realmente no ve que este tipo de publicidad sólo consigue provocarle al consumidor rechazo e irritación?
Yo, por mi parte, lo único que puedo hacer al respecto, y hago, es ir apuntando en mi particular lista negra a todo aquel a quien me grite a la cara.
Porque, oye, tú a mí no me gritas... ¿eh?
Oscar Pla es director creativo ejecutivo de Bassat Ogilvy Barcelona