Estos días estamos de celebración en nuestro país, y especialmente en Barcelona, porque la GSM Association (GSMA) la ha nombrado la primera Mobile World Capital hasta 2018. Gracias a éste hecho, durante seis años será la piedra angular de uno de los eventos más importantes de la industria de las telecomunicaciones, el Mobile World Congress, que cada año reúne a casi 60.000 profesionales en un enorme congreso.
Después de un año de deliberación y más de treinta ciudades candidatas, Barcelona se ha impuesto en parte gracias al excelente trabajo realizado por instituciones como la Fira de Barcelona, Generalitat de Catalunya, el Ajuntament de Barcelona o BCN HUB. Enhorabuena también a todos ellos.
Y todos estos esfuerzos, para lograr celebrar un gran evento en Barcelona, conscientes de su trascendencia a corto y largo plazo. Hasta ahora, en algunas empresas, la gestión de sus eventos era parte del trabajo de un júnior del departamento de marketing o de comunicación: un trabajo menor y puntual, que delegaban en cualquier empleado. Pero ya se ha demostrado la importancia del evento como acción, y esas empresas deben empezar a plantearse seriamente en manos de quién dejan su gestión.
El Mobile World Congress es un buen ejemplo, a lo grande: un evento de estas características condiciona la agenda de actividades de toda la ciudad, especialmente en sectores como el transporte, la hostelería o los servicios auxiliares. Y también para eventos todavía más grandes como el ITMA, salón que reúne a más de 100.000 profesionales del sector textil y la maquinaria en una semana en el mismo lugar.
Pero la importancia de un evento la vemos también en formatos más pequeños, como puede ser la presentación de un coche como el SEAT Ibiza. Ya no se trata de una simple fiesta, con invitados que celebran la novedad: la presentación es un momento trascendente, el de la comunión del producto con la sociedad. El evento es entonces un momento delicado, donde se expone la personalidad del producto a través de un profundo trabajo de concepto creativo y logística.
También el evento puede ser la llave que conecte mejor con nuestro público objetivo. En el caso de campañas de concienciación como las que llevamos a cabo con la Sociedad Española de Cardiología (SEC), por ejemplo, el hecho de montar una gran carpa con actividades para la gente es un gran reclamo y una forma excelente de conseguir nuestro objetivo: hacernos oír.
Incluso hay ocasiones en las que el evento en sí no es lo más importante, pero sí el hecho de hacerlos. Las llamadas “tiendas pop-up”, son establecimientos que están sólo un tiempo limitado abiertos al público, pero que derrochan diseño y creatividad, y transpiran la exclusividad de lo efímero. Grandes experiencias fugaces, exclusivas, que convierten una actividad en un gran anuncio en vivo de la marca. Y las empresas no son exclusivas por los eventos en sí, sino por el hecho de hacerlos regularmente. El evento pasa a formar parte de la estrategia de la marca, para formar su identidad e importancia.
Decíamos que hay que ser conscientes de quién maneja nuestros eventos. En apple tree contamos con una gran división de eventos, de muy distinto formato. Con un equipo internacional capaz de responder las necesidades de nuestros clientes. Clientes que cada vez cuentan más con sus eventos como una potente herramienta dentro de sus estrategias de marketing y comunicación.
¿Quién dijo que los eventos no son estratégicos?
Carme Miró es consejera delegada de Apple Tree Communications