En 1985, Hollywood, de la mano del cineasta Robert Zemeckis, celebraba la afinidad con el mundo retro con “Regreso al futuro”. En mayo de 2011 Woody Allen nos remontaba a este mundo con “Medianoche en París.” Un mes más tarde, el crítico de música, Simon Reynolds, remataba publicando “Retromania”, un ensayo sobre la obsesión por lo retro desde la cultura pop hasta el avant garde. Que la vanguardia se obsesione con lo retro es tan contradictorio como la mismísima frase “regreso al futuro”; sin embargo, no se trata de ciencia ficción sino de una auténtica realidad.
No es novedad que la sociedad disfrute reviviendo tiempos pasados. La nostalgia es un sentimiento humano, que nos regocija en la fantasía de un mundo añejo romantizado como mejor que el actual. Pero el amor por lo retro está creciendo en dos direcciones: primero, por el acortamiento en que algo se convierta en retro, y segundo, por la perseverancia en seguir volviendo al pasado. A modo anecdótico, recientemente un amigo se sorprendía al ver uno de mis iPods, el de primera generación de apenas diez años atrás, como quien observa un disco de pasta de 78 RPM utilizado en fonógrafos de principios de siglo XX.
La velocidad de la obsolescencia tecnológica está también acelerando la obsolescencia cultural, y cada vez vemos más artistas, diseñadores o arquitectos buscando inspiración en tiempos pasados que tan sólo datan de una década atrás o menos. Respecto al surgimiento de los movimientos retro, no deja de sorprender que éstos no nacen en el mainstream, sino que son los innovadores, los vanguardistas, quienes cada vez más los generan a través del reciclaje cultural, en vez de crear cosas netamente nuevas.
En los Setenta, los punks se reflejaban en los Cincuenta, no sólo en la música, sino también en la moda y la gráfica, desde las chupas rockeras de los Ramones hasta la portada de “London Calling” de The Clash, que imitaba fielmente al primer vinilo de Elvis Presley. La unión de ambas tendencias se hace aún más evidente en el éxito masivo de los DJ’s, auténticas rock stars que hoy reúnen aforos woodstockianos, y que dedican gran parte de su repertorio a reciclar música hasta casi actual.
Pero la pasión por tiempos pasados no es una tendencia, sino parte de nuestro tejido cultural. El Renacimiento ya hacía referencias a tiempos anteriores. Desde los mercados de antigüedades, hasta los de coleccionistas, hasta el modelo de subastas electrónicas de eBay, es obvio que el gusto por lo antiguo trasciende en el tiempo. Pero existe una diferencia entre lo antiguo o lo vintage, que conlleva un elemento de coleccionismo de lo auténtico, y lo retro, que propone un reciclaje de lo (cada vez menos) antiguo ¡con un giro actual¡
Lo retro está cada vez más presente en diversos sectores culturales e industriales, pero omnipresente en los mundos de la música, el cine y la moda. En los Noventa, eran famosas las visitas de diseñadores como Domenico Dolce y Stefano Gabbana o Ralph Lauren en el East Village de Nueva York indagando por tiendas vintage en busca de inspiración. En el cine, desde los Ochenta estamos invadidos por lanzamientos de cómics desde los años Treinta en adelante: Superman, Batman, Spiderman, El increíble Hulk, o más recientemente Captain America.
Música
En la música la tendencia no encuentra límites, ya que los ejemplos son eternos. Bandas o músicos tan dispares en décadas y estilos como los mencionados Ramones, Frank Zappa, Phil Collins, Stone Roses, Oasis, Goldfrapp, Fatboy Slim, David Bowie, Queen, Greenday, Amy Winehouse, y la lista sigue… se han inspirado en y nos han hecho revivir los Cincuenta, la psicodelia de los Sesenta, el soul, el rockabilly, o la new wave treinta, veinte o diez años más tarde con enorme éxito comercial. De hecho, varios han reciclado lo ya reciclado.
Y esto no se queda en estilos artísticos, sino que traspasa a la tecnología. En plena época de MP3’s y MP4’s, estamos regresando a relanzamientos de los Rolling Stones, Nirvana o Amy Winehouse en vinilos de 12 pulgadas. Lo retro siempre ha vendido, y ahora pareciera que el vertiginoso avance tecnológico nos lleva a buscar tiempos pasados más que nunca. Como dicen los norteamericanos, para innovar no hace falta reinventar la rueda, tal vez sólo basta rodar con ella.