El periodista americano Mignon McLaughlin una vez dijo “Si hicieras una lista de razones por las que te casaste y otra de razones por las que te divorciaste, se solaparían una barbaridad.” La relación entre el cine y la televisión puede compararse a muchos matrimonios: ambos se quieren, se admiran y se necesitan, pero conviven en conflicto y rivalidad.

La gran pantalla se caracteriza por el glamour, la fantasía, los sueños, el drama y el entretenimiento de orden algo intelectual. Comparativamente, la pequeña pantalla se ha considerado tradicionalmente como más banal, menos intelectual, más masiva, pero a la vez más potente a la hora de comunicar o influenciar.

Y más allá de que internet y las redes sociales estén cambiando las reglas del juego y el rol de estos dos antecesores, ambos formatos —televisión y cine— siguen necesitando el uno del otro para sobrevivir. La televisión promueve el cine y genera canteras de talento para el mismo. Asimismo se nutre de éste para buena parte de su programación. Son pocos los canales de televisión que no incluyen algo de cine en sus parrillas, porque la cita de películas suele generar muy buenas audiencias. Lo que ha cambiado en el nuevo siglo es que la relación ha tomado mayores tintes de igualdad. Muchos actores jóvenes encontraban en la televisión una plataforma de lanzamiento hacia el cine. Era un sitio donde darse a conocer para luego lanzarse a la gran pantalla. George Clooney, Meg Ryan, Brad Pitt, Demi Moore, Penélope Cruz, Ricardo Darín y muchos más se iniciaron en la pequeña pantalla para luego lograr el deseado triunfo en el cine. Lo que era menos común, o menos deseado, era comenzar la carrera en cine y pasar a la televisión; de hecho se consideraba el pasaporte a la jubilación. Pero el siglo XX se despidió con una serie que cambiaría esta relación de la mano del canal americano de pago HBO.

En 1999, HBO lanzó su segunda serie de producción propia y la primera de rotundo éxito: Los Soprano. Emitida en un contexto de pago con distribución limitada, la serie logró superar en audiencias a exitosas series del abierto, algo jamás antes visto. El reparto de Los Soprano utilizaba un casting inusualmente cinematográfico, compartiendo actores con nada menos que Scorsese, el líder taquillero de títulos de la mafia italoamericana, precisamente la temática de Los Soprano. La producción, los guiones, y hasta la dirección parecían hacer un guiño más a Hollywood que a los poderosos networks: ABC, CBS o NBC. HBO no paró ahí, siguió fichando talento de Hollywood para producir series de altísima calidad y enorme éxito como Sexo en Nueva York, A Seis metros bajo tierra, y más recientemente Boardwalk Empire, cuyo episodio de estreno lo dirigió precisamente Martin Scorsese con un coste de 18 millones de dólares; minuto por minuto, lo que costó Medianoche en París, la película más taquillera de Woody Allen.

Hace ya unos años los networks también comenzaron a fichar talento de cine, tal es el caso de una de las series de mayor éxito de la historia de la CBS: Dos hombres y medio. Con un sueldo de $1,8 millones por episodio, su protagonista Charlie Sheen se ha embolsado casi $30 millones en 2011, algo detrás de los $35 millones que ganó Tom Hanks, el quinto actor más pagado de Hollywood. No está mal para una jubilación. Pero Hollywood también se ha alimentado en gran medida de la televisión, con innumerables versiones de la pequeña pantalla. El caso más claro está en los cómics televisivos: Superman, Batman, Spiderman, todas ellas grandes taquilleras y con secuelas.

TDT

El hecho es que el mundo del cine y la televisión están cada vez más cercanos en calidad de contenidos, escala de producción, temática, éxito de audiencias, y ganancias y prestigio que generan para sus actores y productores. La fusión absoluta llegó en los Ochenta de la mano de HBO en Estados Unidos, y principalmente Canal+ en Europa con canales de pago dedicados a emitir veinticuatro horas de cine. Y ahora con la llegada de la TDT, vemos esta tendencia democratizada con canales dedicados a emitir veinticuatro horas de cine en abierto. El cine y la televisión están cada vez más casados y en relación de iguales. A pesar de sus conflictos, ambos se quieren y se necesitan. Tal vez quien hubiera acertado más en esta relación fue el psicólogo americano James C. Dobson cuando dijo: “No te cases con la persona con quien crees que puedes vivir; cásate sólo con la persona sin la cual crees que no puedes vivir.”