Una vieja estrella de cine mudo está en su casa esperando a un señor de pompas fúnebres para que entierre el cadáver de su gorila. Billy Wilder lo utilizó para escenificar un mundo decadente al que se le había ido la olla definitivamente. El mono muerto lo cuenta. Por eso está.
Un enano con botas vaqueras hace quiebros desconcertantes intentando bailar una música imposible en un escenario todavía menos probable. A David Lynch le sirvió para crear desasosiego. El baile del enano lo consigue. Para eso está.
La cámara baja desde el cielo azul de un luminoso día, recorre un apacible pueblo americano hasta llevarnos a un chico paseando por la hierba que encuentra una oreja humana llena de hormigas. Lynch eligió una oreja cortada para hacernos probar el sabor de lo que íbamos a zamparnos a partir de ese momento. La oreja humana introduce ese sabor. Por eso hay una oreja y no dos mariquitas tomando el sol.
Una niña con un pañuelo rojo cruza por delante de nuestros ojos atravesando una escena de intensa crueldad nazi en blanco y negro. Es lo único que tiene color en toda la película, pero hasta Spielberg necesitaba poner un aliento de esperanza en una historia tan trágica. Esos dos segundos de color a cámara lenta lo consiguen. Por eso están.
Una pared de ladrillos con una bolsa de plástico bailando delante de ella. Nada más. El viento la balancea, la lleva de un lado a otro suspendida en el aire, ingrávida, con una belleza hipnótica. A Sam Mendes le sirvió para contarnos que la belleza está en todas partes si sabes mirar con los ojos adecuados. Por eso lo cuenta con una vulgar bolsa de plástico y no con un bonito colibrí.
La fiera de la niña de Howard Hawks es un leopardo y no un orangután con falda o una ardilla que fuma en pipa porque un leopardo, o mejor, dos leopardos, permiten construir mejor la relación entre los dos personajes, uno salvaje y otro inofensivo. No es gratuito.
C3PO y R2D2 no son sólo dos robots en una galaxia llena de ellos, son el Gordo y el Flaco, Oliver y Hardy. Las abuelas funcionan mejor que los robots, incluso dos perros funcionan mejor que dos abuelas, pero Lucas necesitaba un recurso más amplio y profundo y por eso recurrió a un viejo truco del cine clásico, otro más, para añadirle el contrapunto de humor a su historia. Por eso están.
Sentimientos
Ni los monos, ni los enanos, ni las orejas cortadas, ni las niñas con pañuelos rojos, ni las bolsas hipnóticas, ni los leopardos o los robots están para buscar notoriedad, descolocar al público y destacar frente al resto de las películas. El autor los utiliza para fortalecer el mensaje o los sentimientos que quiere trasladar.
Uno supone que las marcas también tienen mensajes que trasladar y sentimientos que despertar en su audiencia, pero muchas veces parece que el único discurso que ofrecen se limita a la notoriedad. Mola no es la respuesta. Es divertido, tampoco.
Las marcas no duran el minuto que un director de marketing, creativo o agencia estamos en ellas. Una marca debe estar por encima de nuestro estilo, de nuestros gustos o de nuestras asignaturas pendientes. No podemos hacer con ellas lo que nos dé la gana. Cuando nosotros nos hayamos ido, ellas seguirán allí. Y en el camino se pueden desdibujar bastante. Si a cualquier comunicación de una marca le puedes cambiar el logo, muy bueno no es.
La notoriedad gratuita es pan para hoy y hambre para mañana, aunque quizá estemos todos en el pan para hoy y mañana ya veremos.