Muchos se están yendo, otros se quedan sin tensión. Los hay que renuncian y reorientan su carrera. Algunos se lanzan a aventuras personales y la mayoría está bien donde está, tal y como está el patio.
La lista de nombres es interminable. Haz un ejercicio de memoria y piensa en todos los compañeros, grandes profesionales, con los que has coincidido en agencias, festivales, jurados, bares, productoras o clientes y que ahora ya no están.
Creo que hay varias generaciones que hoy hemos perdido, pero que necesitamos recuperar.
Por un lado está la generación mexicana, por darle el nombre del país que últimamente más talento español está importando. Cada vez son más los grandes nombres que cruzan el charco. Es buena noticia que nos quieran, que valoren nuestro mercado, pero nosotros salimos perdiendo. Lo que podían haber aportado aquí, ya no lo veremos. Los casos, el trabajo que podían haber hecho para clientes españoles y que podía haber servido de agitación y motivación para el resto, ya no lo tendremos. Me alegro por ellos, pero no por nosotros. Toca remar y cuantos más seamos, mejor.
Por otro lado está la generación desengañada. Hay razones para el desengaño pero también hay razones para la ilusión. Muchos profesionales están perdiendo la fe en lo que hacen. Piensan que a lo nuestro le quedan dos días y, además, muy duros. Se funcionarizan. Van a trabajar, cumplen y a casa. Todos sabemos que esta es una profesión que desgraciadamente exige pasión, ilusión y hasta ingenuidad, una creencia total en lo que haces, y que sin grandes dosis de emoción es imposible mantenerse en ella y menos aún moverla hacia delante.
Y quizá, por último, esté la generación despechada, formada por todos los grandes profesionales a los que el cambio digital no les ha hecho mucha gracia. No comparten la creencia de que todo ha cambiado, ni ven tan importantes los nuevos entornos digitales de comunicación, piensan que están sobrevalorados y, por supuesto, se sienten incomprensiblemente amenazados por ingenieros recién llegados. El tiempo les va acorralando más, la amenaza crece y un día pasan directamente a la generación de los desengañados.
Quizá se os ocurran más, pero estas generaciones perdidas bastan para ilustrar el alcance del problema, justo ahora, justo en el momento en el que se requiere más vocación, más convicción, más mentes pensando, más aportaciones, más caminos posibles, más ejemplos, más errores, más valentía…
Cada uno tendrá sus razones y es verdad que hay motivos para el exilio, el desengaño y el despecho, pero te puedes quedar ahí o ver claramente que en un par de años comenzará un ciclo expansivo, una gran ola, que durará mucho tiempo y tú puedes estar subido en ella, aprovecharla desde el principio.
Es de cajón que después de un ciclo de recesión viene uno de expansión. También es de cajón que esta super crisis ha tumbado todas las estructuras del siglo pasado y, obviamente, habrá que intuir un modelo nuevo. ¿No quieres aprovechar este momento? ¿Qué pierdes? Pocas oportunidades tendrás para coger una gran ola desde el comienzo, desde su nacimiento, y disfrutar el ciclo hasta que se agote. ¿La vas a dejar pasar o prefieres subirte después, cuando otros hayan marcado el camino?
Ensayo y error
El exilio no es la única opción. Es el momento perfecto para dibujar un nuevo modelo y probar. Aún hay tiempo para el ensayo y error. Hazlo desde dentro o crea tu propio modelo. Hay algunas cosas que ya sabemos: el tamaño no es necesariamente una virtud, la agilidad es una ventaja, la aportación de valor es el gran objetivo, las ideas de negocio son la moneda de cambio y el lenguaje, sí, es digital. Con estos elementos estarás en la gran ola que llegará en breve.
Puedes tirar la toalla, puedes seguir desengañado o despechado, pero estarás perdiendo una gran oportunidad. Necesitamos ser muchos con muchas ideas. A alguien se le ocurrirá la buena, el modelo a seguir, la nueva MMLB y todos disfrutaremos del momento.
No hay nada perdido, todo está por conquistar.