Gobierno en problemas. Gobierno con bajada en la popularidad. Gobierno que quiere congraciarse con el ciudadano dando la impresión de que se preocupa por sus problemas cotidianos. Solución: una nueva regulación de la publicidad.

Es un déjà vu que tiene muchas repeticiones, tantas, diríamos, como gobiernos. Y así seguiremos añadiendo regulaciones sobre regulaciones en materia publicitaria. El actual Gobierno no ha querido ser una excepción, pero la cantidad y gravedad de otros asuntos que tiene por resolver es de tal magnitud que aún resulta más hiriente este anuncio de una nueva regulación de la publicidad de las bebidas alcohólicas. La ministra de Sanidad, Ana Mato, la considera necesaria por la urgencia del problema social que quiere atajar —los jóvenes entran en contacto con la bebida cada vez más pronto— y para igualar la regulación por autonomías. Y para ello se establecerán prohibiciones a la publicidad de bebidas alcohólicas dirigida “directa o indirectamente a los jóvenes”. Además, la prohibición de la venta de estos productos se igualará en los 18 años.

Es cierto que resulta muy deseable la unificación de legislaciones autonómicas en este tema, pero quizás lo lógico habría sido que se hiciera bajo el paraguas de la gran ley que se ha anunciado al respecto y para todas las materias, y que no acaba de aprobarse. Pero no sabemos si va a ser mejor el remedio que la enfermedad. Para empezar, si ya resulta difícil decidir si una publicidad se dirige a jóvenes de menos de 16 años, más lo va a ser cuando se refiera a los menores de 18. Por otro lado, lo de “directa o indirectamente” es preocupantemente subjetivo, aunque lógicamente habrá que esperar a ver cómo queda el proyecto. Y otro tanto ocurre con la siguiente frase de la ministra recogida por Efe: “la [publicidad] que se realice en soportes a los que [los menores] puedan acceder sin comprobación de edad”. Esto vetaría la publicidad de bebidas alcohólicas —sin precisar si habrá límite de graduación— en casi todos los soportes menos interior de locales e internet, si es que se considera suficiente el laxo filtro habitual.

En realidad, mucho nos tememos que estamos ante un globo sonda y de hecho, mejor sería que lo fuese, especialmente si consigue dar unidad al mercado sin complicar más la vida a una publicidad que ya está muy acotada y perseguida. Es sintomático que la pregunta parlamentaria, que ha dado lugar a la respuesta ministerial procedente del Grupo Parlamentario Vasco, inquiriese específicamente por la unificación de normas referida a los productos de menos de 20 grados alcohólicos, y que la ministra huyese de hacer cualquier referencia a ese límite.

Recordemos que los intentos de los últimos ministros de endurecer la legislación de las bebidas de baja graduación han resultado infructuosos ante las presiones de los productores de vino y cerveza, ambos encastillados en su posición de dieta mediterránea y tradición, y también de los propios medios. De esta forma, a los ministros no les quedaba otra opción que cargar las tintas sobre las bebidas de graduación superior, que ya están muy castigadas por la legislación actual, lo que no parecía demasiado justo. Quizás en esto es en lo que esté pensando la ministra Mato.

Como siempre, más valdría hacer que se cumpliese la profusa normativa actual, que lanzar otra nueva. No es difícil detectar incumplimientos al respecto con cierta frecuencia. Igualmente, la ministra argumenta la conveniencia de que nuestra legislación se acomode a la de los países de nuestro entorno, lo cual queda muy bien, pero no aclara gran cosa, teniendo en cuenta las diferentes legislaciones. En cualquier caso, seguramente en pocos de ellos, por ejemplo, esté permitida la venta de alcohol en las gasolineras, como sí ocurre en España.