Desaparece el Atlético de Madrid de balonmano, el Euskaltel está en la cuerda floja, el Ayuntamiento de Madrid sale de forma intempestiva del Instituto de Música de Cámara. Son tres ejemplos que han saltado a los medios en los últimos días, pero nos rodean otros silenciosos miles.

Al efecto de la crisis general y del 21% de Wert hay que sumar que las cajas de ahorro han sido borradas del mapa cuando eran el eje tradicional de la cultura (música, exposiciones, bibliotecas, ediciones, folklore…) y el deporte en muchas comunidades. Sin ir más lejos, el que suscribe militó dos años en el Cajamadrid de baloncesto (y podría ser ahora un ¿feliz? cajero prejubilado de haber seguido el camino de sus compañeros). Todos esos fondos se han volatilizado. El deporte minoritario lo está pasando muy mal y las convocatorias culturales han desaparecido.

¿Soluciones? La fácil es volver a pensar en que sea el Estado el que nos solucione la papeleta de una forma u otra (con desgravaciones, una ley de fundaciones aceptable, etcétera); la otra, la difícil, es que los españoles empecemos a cambiar nuestra concepción de la cultura y las artes como un bien que nos cae llovido del cielo —no sólo existen las “millas de los museos”—, y a pensar que necesita de nuestra implicación directa como ciudadanos para que exista. No será fácil porque el mecenazgo y su uso como herramienta política y propagandística tiene raíces en la cultura europea desde la Edad Media y se hizo algo obligado en el Renacimiento. Yo, sin embargo, envidio la cultura de Estados Unidos al respecto, legado de una sociedad de colonos que tenían que organizarse para todo: tener una orquesta, un museo, un parque de bomberos... Me parece imposible un cambio de mentalidad de esa categoría, pero sí veo en esto una oportunidad para las marcas/empresas.

Pero no para que sean ellas las que carguen con toda la responsabilidad de devolverle la vida a la actividad cultural y deportiva, sino para que se erijan en animadoras y catalizadoras de los esfuerzos de la sociedad civil. Sería muy sano que se pudiese avanzar en ese camino: yo empresa creo el marco, ayudo a despegar, apoyo, pero tú, ciudadano, también tienes que colaborar para que tu museo, biblioteca, equipo de fútbol sala, sean una realidad. ¿Por qué no?


David Torrejón, director editorial de Publicaciones Profesionales