Hace bastantes años, esta publicación acogió una serie de artículos que yo solía empezar a escribir sobrevolando el delta del Ebro. Por aquel entonces, yo vivía en Madrilona, la mitad de la semana en Madrid y la otra mitad en Barcelona, y esa hora de puente aéreo, a los que como yo no nos gusta trabajar en el avión, a mí me servía para poner en orden ideas y ya de paso las empezaba a escribir.
Mi nombre es ??? y ahora parece que me he vuelto un poco más sedentario y he aposentado mis posaderas en la muy excitante ciudad de Shanghai, que está considerada sin duda como la capital económica de China, y con la vocación de convertirse en capital mundial.
Llevo un año aquí y siento que he llegado en un momento fantástico, porque estamos inmersos en el proceso de transformación de un gigantesco país en el que viven una de cada cinco personas que integran la población mundial (se dice pronto), hacia un modelo social difícil de definir, pero que no tengo ninguna duda de que va a transformar las relaciones mundiales y por lo tanto el equilibrio de la sociedad mundial, y espero, que a mejor. Trataré de explicarme a lo largo de estos pensamientos que iré vertiendo en estas páginas que generosamente me ha ofrecido la dirección de Anuncios.
Hace bastante tiempo un líder de los servicios mundiales de marketing al que tuve ocasión de conocer bastante (en su época humana), y que según decían las malas lenguas de su propio grupo de empresas se compró el título de Caballero de la Reina de Inglaterra, iba repitiendo que lo de la globalización no era verdad, porque en realidad a ese proceso de desarrollar en el mundo un modelo de consumo global se le debía llamar americanización.
Y es cierto. Lo hemos comprobado en muchísimos países del mundo. El mayor número de marcas y franquicias globales tiene su sede en los EE.UU. Eso no quiere decir que no existan marcas globales de auténtico valor en otros países. He de decir que me causa un sano orgullo patrio encontrar a Zara en el olimpo asiático y también global de las marcas. Pero la exportación de forma de vida al mundo, es norteamericana.
¿Quien de vosotros que haya formado parte de una empresa multinacional no ha oído alguna vez en una de las cientos de reuniones con representantes de cada país, la frase “Eso no va a funcionar aquí, porque ‘Spain is different’ o ‘France is different’ or wherever is different’”? Y al final ellos han ido exportando su modelo y todos los demás lo hemos ido asumiendo e integrando con más o menos dificultad en nuestro modo de vida.
Pues bien, permitidme repetir ese tópico una vez más: China is different.
Paciencia
Y sí que es cierto que si vas a la calle y miras a la juventud, salvo por los rasgos raciales, es bastante parecida, por no decir idéntica, a la que ves por cualquier ciudad occidental.
Pero cuando quieres comprender por qué a pesar de esa apariencia son tan tremendamente distintos, necesitas grandes dosis de paciencia, estudio y apertura de miras para entenderlo.
Su forma de vida viene determinada por el carácter de los chinos como entidad social, como el enorme grupo humano que son.
Y yo diría que hay tres factores que son fundamentales para entenderlos, y son su,
1. Orgullo de país
2. Determinación para afrontar cualquier reto que se les ponga delante
3. Enraizamiento en su cultura y tradiciones. Factor rotundo este a la hora de tratar de entenderles.
Hace poco vi una película en la que un gurú del marketing transformaba los hábitos sociales de un país, actuando sin escrúpulos morales a favor de un colectivo sectorial de empresas de alimentación. Y yo, que me he dedicado a algo parecido a eso toda mi vida, aunque a una escala menor de consumo, y con muchos más escrúpulos morales que el tipo de la película, sé que no es imposible. Pero los chinos son otro cantar.
Esa cuestión que tantas veces se nos ha planteado en el mundo del marketing: ¿vamos a cambiar su forma de vida o vamos a adaptar nuestro producto a ese modo de vivir? en China tiene una respuesta mucho más complicada, que en el resto del mundo occidental, incluso que en buena parte del oriental.
O sea, que sí se puede exportar parcialmente un modelo, pero no. Ya sé que estoy diciendo algo contradictorio, pero es que China es así, una contradicción permanente en sí misma.
A lo largo de estos pensamientos trataré de contar mi visión aquí sobre el terreno e ir desarrollando esto. Obviamente, la posibilidad de equivocarme en mis juicios es alta, pero yo trataré de ser lo más certero posible.
Iremos, como dicen en oriente, caminando y hablando, amigos.
Gracias por vuestra atención.
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