México es la prueba de fuego para algunas empresas. Concretamente para una empresa automovilística alemana que, intentando probar la seguridad de su nuevo modelo, eligió a México para esta investigación de campo por razones obvias (muy bien pensado, por cierto). El caso es que trajeron el coche a México y convocaron a los más expertos ladrones de coches para demostrar que sus pestillos eran imposibles de abrir desde fuera y que el coche era como un castillo infranqueable.
Me imagino a unos cien ingenieros viniendo en avión desde Wolfsburgo, riéndose, tomando cerveza caliente y chucrut y muy orgullosos de los tres años que pasaron sin salir de la fábrica, sudando la gota gorda y haciendo todo tipo de pruebas para que el coche fuera impenetrable. Alarma volumétrica, sensor de cristales, apertura con código único y miles de componentes más.
Creyéndose que el coche era a prueba de todo. Y así parecía. La mayoría de los delincuentes que intentaron entrar en el coche usando desde llaves inglesas hasta inhibidores de frecuencia, se fueron frustrados. Los alemanes habían ganado. Hasta que vino un tío de Tepito, un barrio equivalente a El Pozo del Tío Raimundo en Madrid, que cogió un bate de béisbol. Localizó dónde estaba el sensor que hace desplegar los airbags (cerca de la rueda delantera derecha) y le metió un batazo digno de un home run. Y claro, cuando los airbags salen al rescate, el coche automáticamente abre los pestillos.
Y hablando de ‘airbags’…
Saburo Kobayashi, un japonés enfático que era el gerente de la división de planificación corporativa de Honda fue el que inventó el airbag. Sí, sí, el airbag. Uno puede llegar a pensar que fue coser y cantar. Tuvo la idea del airbag, todo el mundo lo compra y todos felices como perdices. Pues nada más lejos de la realidad. Durante dieciséis años luchó para que el proyecto saliese adelante. La posibilidad de una bolsa de aire era tan extraña que, cuando los demás empleados de Honda se enteraron, la describieron como la idea más estúpida del año. Eso no impidió que Kobayashi siguiera adelante. Lo que me hace pensar que incluso once meses luchando para que me aprueben un animatic no se me haga tan eterno.
En Honda, si un empleado presenta la misma idea tres veces seguidas, todos tienen que apencar. Porque está claro que esa persona realmente cree en lo que está haciendo. El propio Sr. Honda le apoyó durante todo el proceso, de forma que el airbag se volvió una realidad. Un buen día el proyecto vio la luz y ni un alma se acordó del registro de la patente. Al final de cuentas, nadie sabía si iba a ser un éxito. Hubo dudas hasta el último segundo. Hoy en día, el airbag ha salvado tantas vidas que la patente es algo de menor importancia en la historia. Kobayashi puede darse el lujo de decir, desde su elegante humildad, que ofreció un regalo para toda la humanidad. Encontré unas frases recopiladas de Kobayashi y me tomo la libertad de reproducir alguna de ellas.
—“La innovación no es una cosa lógica… No trates de entenderla” lo que se puede traducir como: ¿qué tal si dejamos de racionalizar todo?
—“Si no puedes explicar tu idea a un profano, tú tampoco la has entendido bien” Las personas que no van al grano y dan mil vueltas con su discurso rara vez presentan una gran idea. Se esmeran demasiado en el envoltorio pero se olvidan que lo importante es lo que hay dentro.
— “Sin pasión, no se puede gestionar un equipo. Ni mucho menos una marca”. Tengamos cuidado con las personas que siguen órdenes sin rechistar. Si eres un cliente, elige a una agencia que discuta tus decisiones.
Y para cerrar me gustaría contar un anuncio de gráfica que vi hace algunos años con un titular maravilloso. Era para Volkswagen. La imagen era de un volante con un airbag abriéndose. El titular: ¿La bolsa o la vida?