Con las tormentas y lluvias ya pasadas definitivamente, parece que el momento de extender la toalla en la arena ya ha llegado. Estoy seguro de que la mayor parte de la población ya está pensando en hacer las maletas para disfrutar de unos días de tranquilidad. Si algo sabemos este verano es que los falsos anuncios de alquileres vacacionales no fallarán a la cita. Más aún, repiten y vuelven siendo más y más sofisticados.

Planificar nuestras vacaciones es cada vez más fácil y rápido gracias a la multitud de opciones de reservas online. Sin embargo, al tiempo que han aumentado las facilidades de reservar los alquileres vacacionales a través de Internet, también lo han hecho los 'fake ads'. De hecho, hace tan solo unos días se hacía pública la campaña de la Europol para concienciar a la población acerca de este riesgo. Cualquiera de nosotros, como usuarios, hemos podido vernos tentados por estos anuncios de auténticos chollos que muestran apartamentos con unas increíbles vistas a un precio de ganga y que, con toda probabilidad, resultan no ser tal, o no existir siquiera. 

Los estudios ya hablan de las estafas en el sector turístico como uno de los 10 principales delitos digitales, que está sembrando la desconfianza de los consumidores online. Y ocupando los primeros puestos del ranking encontramos desde hace años, y favorecido por la sofisticación técnica del entorno digital, el fraude publicitario, por el que los anunciantes de este sector también se ven perjudicados.

De esta forma, los agentes turísticos se ven afectados doblemente por el fraude digital: por un lado, sufre su reputación ante la presencia de ofertas fantasma que no solo hace irrecuperable al viajero afectado, sino también rebaja la confianza del resto de usuarios, y por otro lado, sufren sus presupuestos publicitarios desperdiciados en una alarmante proporción en impactos no producidos. Con el sector turístico como impulsor clave de nuestra economía, y las vacaciones como ilusión de miles de personas y familias, resulta más importante que nunca frenar el tren para hacer una revisión de la maquinaria y evitar, así, futuras “averías” en el viaje. 

Durante estos años en los que la publicidad programática ha ido creciendo y asentándose, hemos podido comprobar cómo el fraude ha ido sirviéndose de técnicas cada vez más sofisticadas, hasta alcanzar preocupantes cifras de actividad. Así, según vaticinan los estudios, el ad fraud de la publicidad online costará a los anunciantes 66.000 millones de dólares en este año.

Ante este escenario, personalmente considero que existen tres claves imprescindibles para que las empresas hagan frente al ad fraude (y cuya esencia podría aplicarse a la prevención de otros fraudes).

La primera de ellas pasa por la confianza que los anunciantes han de depositar en aquellos partners digitales que ofrezcan y demuestren mejoras en sus tecnologías, dirigidas a asegurar la identificación y eliminación de las fuentes de fraude publicitario. 

En segundo lugar, considero esencial que las partes que colaboran en una campaña favorezcan la conversación y el intercambio de objetivos, impresiones, avances y resultados antes, durante y después de la misma. Esta transparencia y esta comunicación favorecen un entorno de confianza en el que todos los implicados pueden conversar acerca de la razón de ser de los procesos y resultados obtenidos con las campañas. La tecnificación del sector ha hecho en muchas ocasiones perder el contacto personal entre los agentes participantes en una campaña, ocupándose cada uno de cierta parte técnica que hace que la cadena de comunicación se deshumanice y se vacíe de contenido, olvidando paso a paso la esencia de la campaña.

Por último, creo que hemos de continuar poniendo foco en el análisis. Con esto me refiero a que anunciantes y agencias han de ser capaces de sacar el máximo partido de la información obtenida en sus campañas a través de una tecnología digital cada vez más avanzada, que posibilita reportes más completos. Anunciantes y agencias tienen acceso, prácticamente en tiempo real, a toneladas de información que emiten sus campañas y cuyo estudio en profundidad puede ayudar a detectar rápidamente parámetros que alerten de actividades sospechosas y permitir depurar continuamente la veracidad de sus acciones.

En resumen, combatir el fraude en el sector debe ser un objetivo conjunto hacia el que todos los agentes de la industria debemos trabajar unidos. Como comentaba antes, el concepto base de las medidas contra el 'ad fraud', confianza, responsabilidad compartida, comunicación y análisis pueden utilizarse también como líneas de acción a la hora de enfrentarse a otras fuentes de fraude como el de las reservas turísticas.

 

Por Miguel Ochoa, director general de Sociomantic Labs en España