Después de que Mark Zuckerberg lanzara el post sobre cómo su compañía pivotará para poner la privacidad en el centro de todo, muchos medios (sobre todo americanos) empezaron a especular sobre cuál sería el objetivo oculto tras esta maniobra.

Según Siva Vaidhyanathan, director de medios de la Universidad de Virginia, la aspiración secreta de Facebook es, sencillamente, ser “el sistema operativo de nuestra vida”. Vaidhyanathan señaló que el propósito de Zuckerberg es que las personas abandonen las formas de comunicación actuales, como el correo electrónico, los mensajes de texto o los chats para que todo se haga “a través de un producto de Facebook".

Lo cierto es que, desde hace unos años, Facebook ha declarado la guerra a todo lo que hay en internet y no es suyo, como un monstruo insaciable que quisiera hacerse con todo.

En septiembre de 2017, ya se lanzó Workplace con la intención de que la comunicación en Facebook no fuera solo personal, sino también profesional. Con el anuncio, dos compañías activaron las alarmas: Google y Slack. Y es que, aunque quizá fue Slack la que más se echó a temblar, estaba claro que la apuesta de Facebook era intentar acabar con los correos electrónicos.

El lanzamiento de Workplace finalmente fue un fracaso, pese a que la versión standard se puede utilizar gratis. Pero, con todas las cosas que hemos visto el año pasado -Cambridge Analytica o la declaración de Zuckerberg pidiendo perdón el Senado-, ¿qué empresa en su sano juicio confiaría sus datos a Facebook?

La solución para hacer más rentable ese producto de Facebook es -¡qué casualidad!- la nueva preocupación del creador de esta red social: la privacidad.

En el mismo verano de 2017, Facebook lanzó en España Marketplace, un mercadillo de productos en el que los usuarios pueden comprar, no a través de la red social, sino llegando a un acuerdo con los particulares, como hacía en origen Wallapop. No parece muy buena idea con la crisis de reputación sobre la privacidad y data de los usuarios dejar que Facebook acceda a nuestros datos de pago, así que un servicio de mensajería privado seguro y encriptado que permita pagos entre particulares sería la solución para hacer despegar la plataforma.

Otro de los recién llegados a la compañía es Portal, que ofrece dispositivos para realizar vídeo llamadas. Su lema: “Privado por diseño” (‘Private by design’). En la misma web, se asegura que “Portal fue creado con la privacidad, la seguridad y la seguridad en mente. Y tiene configuraciones claras y simples, para que siempre tengas el control”. La importancia que el marketing de Portal delega a la privacidad activa en nuestros cerebros el mecanismo que George Lakoff describe en el libro No pienses en un elefante.

El problema de reputación es el mismo. ¿Quién dejaría que un señor que ha reconocido en el Senado de Estados Unidos que “está claro” que no hicieron “lo suficiente" (en relación a la privacidad) tenga acceso completo a nuestra vida, cámara incluida? De hecho, algunos medios “celebraron” su lanzamiento con titulares tan esclarecedores como “Portal, de Facebook, es el último dispositivo que querrías que te mirara. No hay cifras oficiales de las ventas de Portal, pero todo el mundo culpa de los malos resultados a la falta de confianza que existe en torno a la plataforma en lo respectivo a los asuntos de privacidad.

Con todo ello, la mejora de la reputación en asuntos de privacidad sería una gran medicina para, al menos estos, tres productos. Además, la mejora en la seguridad gracias a la encriptación abre la puerta a nuevos modelos de negocio para el gigante tecnológico.