Dicho sin ninguna acritud, no obstante, creo que las buenas campañas tienen que ser así. 

Es verdad que Estrella Damm se sube a una ola ya creada. Pero es que no estamos hablando de Greenpeace, sino de una marca de cerveza que vive de vender ese líquido, y por tanto es loable que su publicidad se apoye en tendencias sociales que le supongan un mejor “engagement” con sus consumidores. 

La única línea roja en este sentido se encuentra en lo que para mí es lo más más sagrado del marketing: la coherencia en una marca.

Pero, ¿qué marca comercial tiene más base para concienciar sobre la necesidad de preservar nuestro Nostrum Mare que la que creó un gerundio con él? Es fácil de entender, y del todo coherente que una marca que reivindica sus orígenes en un lugar, se preocupe de mantenerlo, ¿no?.

Y lo de facilona también es un piropo: las mejores campañas son las que no necesitan explicarse y son “fáciles de consumir”. Aunque algunos se obcequen en lo contrario, la sencillez vende mucho. Y no olvidemos que esto va de vender.

Si además le añadimos un formato con una impresionante composición visual y musical, se convierte en una de esas piezas que yo llamo ignífugas al uso masivo del GRP o del CPM. Yo al menos no me canso de verla.  

Por todo esto, esta tarde me pido una Estrella Damm.

Imagen de la campaña de Estrella Damm
Imagen de la campaña de Estrella Damm