Las airadas críticas hacia la reciente acción publicitaria de Endesa, calificada de lavado de imagen y acusada de falta de coherencia, al ser Endesa un gran contaminador, desde redes sociales, algunos sectores de la prensa o algunos políticos, es un buen caso para explicar la diferencia entre un hipócrita, un cínico y un indocumentado. 

En mi opinión, los comentarios negativos de ciertos periodistas, algunos incluso trabajando para los medios que han vendido sus espacios para la publicidad de Endesa, es un perfecto ejemplo de hipocresía, pues arremeten contra una empresa que sin ningún disimulo paga a su medio los espacios para dar a conocer sus mensajes a la sociedad. Estos mismos periodistas no dicen que otras empresas pagan a su periódico por contenidos no precisamente presentados como publicidad, sino camuflados entre sus noticias o editoriales. Aunque la prensa vive del dinero procedente de ambos tipos de empresas, sinceramente creo más honesto quien directamente utiliza el medio como soporte publicitario, sin inmiscuirse en los contenidos editoriales.

El ejemplo de cinismo lo aportan los políticos, lamentablemente cada día más numerosos y adquiriendo posiciones de poder más importantes. Son personajes que han hecho de la mentira y la falta de coherencia su mejor herramienta de influencia para acceder al poder y critican que una empresa diga cosas ciertas pagando al medio, cuando ellos mienten sin necesidad de pagar en metálico, pero amparados por el servilismo del medio que sea afín a su ideología.

Por último, el indocumentado, el ser más abundante que habita en las redes sociales, es todo aquel que cree y dice que Endesa ha “comprado” la portada de todos los periódicos, sin ni siquiera saber que la portada real está dentro, y que la “falsa” portada, no es más que un repetido y conocido mecanismo publicitario. El problema es que esta gente normalmente no ha leído un periódico en su vida y no sabe de lo que está hablando.

Afortunadamente los lectores que sí leen los periódicos saben diferenciar perfectamente lo que es publicidad de lo que es contenido editorial. Lo que desafortunadamente no suelen distinguir es la manipulación que los medios hacen con sus lectores cuando confunden información y opinión. Lamentablemente el periodismo ejercido por algunos medios, al contrario que la publicidad, que siempre ha establecido sistemas de autocontrol que velan por la ética, no tiene ninguna responsabilidad cuando, a sabiendas, manipula o desinforma a la gente.