Una de las múltiples cualidades que adornan a mi jefe en esto del columnismo, el Sr. Manuel de Luque, es que sabe cómo acercarme el capote a la distancia justa para que embista por donde él quiere que vaya. Me muestra el engaño y servidor -negro zaíno, alto de agujas, astiblanco, careto- entra como una locomotora:

“Espero que pueda escribir una columna para dentro de una semana. Es el número en el que se hace el previo a Cannes, por si le sirve de sugerencia”.

Cannes, como sublimación del mundo festivalero, siempre tiene una columna. De hecho, creo que si atacáramos mis escritos con una miajita de contextual analysis, me da a mí que el porcentaje de cannesismo iba a ser importante.

Vaya por delante que Cannes me parece un mal necesario.

Está bien tener un encuentro mundial de la industria para aprender de lo que hacen los demás, descubrir nuevas tendencias, escuchar a gurús que tienen la misma capacidad de predicción que el Maestro Joao, y disfrutar del encanto (?) de la glamourosa (??) localidad de la Costa Azul. Pero creo que Cannes se había convertido en una parodia de sí mismo.

Como si le hubieran encargado la organización a los de La Hora Chanante antes de ser famosos y hubiera quedado todo gracioso pero pelín disparatado. 800.000 categorías, 45.000.000 de delegados, cienes y cienes de charlas a las que tienes que llegar una hora antes para coger sitio y un porcentaje de abrazos falsos entre miembros de 'networks' rivales que, según los últimos análisis de 'big data', rozaba el 85%. Un desmadre, la verdad.

Menos mal que han tomado cartas en el asunto (???).

Se presumen unos cambios ciertamente considerables en esta nueva edición del festival. Por ejemplo, se han crujido los Cyber Lions. Porque, amigo mío, todo es digital y entonces ya no tiene sentido que exista esa categoría así como separada.

Menos mal que lo han compensado con la aparición de los muy necesarios Social & Influencer Lions (pero, amigo mío, ¡si ya todo es social!), en los que espero una batalla a muerte entre Dulceida y DJ Mario. Y en lugar de vivir ocho días de networking desenfrenado, ya solo te dejan cinco, que es que no te va a dar tiempo ni a saludar.

También han desaparecido 120 subcategorías. ¡120! Y lo más maravilloso es que nadie se ha dado cuenta y eso que eran supertrascendentales.
Pero, bueno, está claro que estamos ante el inicio de una nueva era en la que Cannes volverá a ser lo que fue. O mejor.

Como nos ilumina Philip Thomas, CEO de Ascential Events, los dueños del festival: “This is an especially important launch for us. We have spent a lot of time talking to the relevant people to make sure the Festival is not only as aspirational as possible, but to also ensure the sentiment behind the Festival is fundamentally founded on the work and those behind it. We have held lengthy discussions in order to curate an updated Festival that puts the creative content back at the heart of Cannes Lions”. Por si acaso no están tan versados como servidor en la lengua de Laurie Cunningham, les traduzco: “Vamos a ver: el temita éste de que Publicis nos haya bloqueao con la excusa de poner la pasta en la cosa esa del Marcel, nos ha tocao, pa qué nos vamos a engañar. Así que nos hemos puesto las pilas y hemos recortado cositas porque WPP también nos tenía con la mosca detrás de la oreja. Así que, menos días, menos categorías, menos inscripciones, perfil bajo, y a ver si se tranquiliza un poco esto”.

Ojalá las agencias españolas nos traigan la Champions. 

Aunque solo sea por homenajear de refilón a Zinedine, el más grande.

 

Por Antonio Pacheco