Obama, la marca, la campaña, los valores. Un caso de éxito universal.  Hasta el que era primo lejano del que le ponía los cafés a la asistenta del jefe de campaña está dando la vuelta al mundo impartiendo charlas de estrategia. Charlas repletas de empresarios, marketinianos, publicitarios...Pero me parece que a ella no debe de ir ningún político español. Es más, si analizo medianamente lo que está siendo esta campaña de las Elecciones Europeas (cuando usted lea eso ya sabrá quién lo hizo menos mal de todos) estoy convencido de ello. El espectáculo ha sido lamentable.

La verdad es que a uno, a temporadas, le dan ganas de hacerse dowayo (una simpática etnia africana inmortalizada por Nigel Barley en El antropólogo inocente, por favor no se lo pierdan, es el mejor remedio contra la murria de la crisis) para cambiar tanta inteligencia mal dirigida por algo de mitología delirante. Y éste es uno de esos momentos. Hacia donde uno mire todo parece peor que en el país dowayo e infinitamente menos divertido. Un Gobierno que tarda meses en admitir la crisis y un año en proponer un cambio de modelo, una oposición empeñada en sembrar el pánico, barones autonómicos acosados por las consecuencias de años de nepotismo, un poder judicial perdido en partidismos y rencillas orgánicas, y unos medios que basta leer o escuchar para decidir que alguno miente, probablemente todos. En este panorama, este problemilla de la ley de financiación de RTVE, aprobada por trámite de urgencia en contra del menor sentido de la prudencia, es claramente un asunto menor, aunque nos duela más. Total, unos cientos de publicitarios, trabajadores del juguete, el turrón, el cava, productos dirigidos a los niños y tercera edad que se van a ir a la calle por unas prisas que nadie entiende, ni siquiera dentro del PSOE. Tampoco es para tanto. Nada que no se pueda equilibrar con unas cuantas oposiciones al funcionariado. ¿Obama? Sí, Obama está bien para los empresarios, o para esa gente que mira adelante, que plantea retos a la sociedad, esfuerzo colectivo, un modelo que concite un apoyo horizontal de ciudadanos de todas las ideologías. Para los políticos españoles deben ser, en terminología de película doblada en Centroamérica, paparruchas. Yo quiero ser dowayo. David Torrejón, director editorial de Publciaciones Profesionales