Días atrás han coincidido varias informaciones relevantes acerca de la situación del fútbol como negocio. De un lado, en el Parlamento se debaten medidas para impedir la espiral de endeudamiento en la que está metida la mayoría de los clubes. Por otro, Havas Sport ha presentado un interesante informe sobre la repercusión publicitaria del pasado Mundial.
El dibujo que sale de todo esto es que estamos ante un buen negocio pésimamente gestionado. Lejos de los ejemplos de la NBA, la NFL y otras ligas profesionales norteamericanas, el modelo europeo y especialmente el español, se mueve en unas aguas muy poco claras en las que confluyen intereses particulares de presidentes, intereses políticos de carácter local y autonómico, la Federación, la Liga de Fútbol Profesional, una batalla inacabable por los derechos televisivos y una explotación publicitaria en la que el marketing parasitario o ambush marketing está perfectamente instalado.
Demasiados intereses atraídos por un negocio que, sobre el papel, no puede fallar: ingresos de las quinielas, derechos televisivos, ingresos por la imagen de los jugadores, ingresos por taquilla e ingresos de los patrocinadores. Y, a pesar de todo, estamos ante un negocio al borde de un colapso, que si no se ha materializado ha sido por la intervención, injustificada en nuestra opinión, de los poderes públicos, que han acudido a salvar a sus clubes, aunque en ocasiones hayan tenido que recurrir a operaciones inmobiliarias poco favorables para los ciudadanos, al tiempo que los beneficiarios de ellas siguen inflando el mercado de jugadores para satisfacer a sus seguidores.
Y esto está ocurriendo en el momento históricamente más dulce de este deporte en España, en el que coinciden una selección campeona de Europa y del Mundo, la llamada mejor liga del mundo y más clubes que ningún otro país en las competiciones internacionales. Añadamos que acompañado de una presión mediática avasalladora por parte de los grupos de comunicación que tienen en explotación los derechos televisivos.
Es verdad que, según el informe de Havas Sport, a las marcas les ha ido muy bien en ese Mundial, pero eso no sirve más que para refrendar lo que decimos: si, con todo a favor, el Parlamento debate una ley para sanear el negocio del fútbol, qué no habría ocurrido de estar en una fase deprimida deportivamente. En cualquier caso, mucho nos tememos que el asunto no se arregla con leyes. La única manera de hacerlo sería cambiar el modelo, pero los que sacan beneficio del actual está claro que no van a pasar por ello.