El seguimiento sistemático de las tendencias sociales y de consumo para su aplicación en marketing está tomando carta de naturaleza en nuestro país. Con unos años de retraso sobre economías más adelantadas, o mejor digamos, economías con compañías más sofisticadas, hablar de consultores de tendencias, cool hunting y otros términos similares ya no suena a ganas de epatar, sino que se está tomando por fin en serio en nuestro mercado. Esto se puso de manifiesto en un reciente seminario organizado hace unos días por nuestra revista en Barcelona (página 14), y se ve diariamente en la actividad de las compañías.
En Anuncios hemos creído siempre en la utilidad de esta actividad, como demuestra el que llevemos muchos años publicando periódicamente artículos de expertos como Carl Rhode, Víctor Gil o Gema Requena (que mantiene un blog en www.Anuncios.com), pero también creemos que estos pasos en la buena dirección deben consolidarse. Para ello es importante también que no se confundan tendencias con modas pasajeras o ideas afortunadas. Y naturalmente, que la información generada sea utilizada y aprovechada.
Por ejemplo, para muchos las tendencias van más asociadas a la comunicación que al producto, cuando ambos aspectos deben nutrirse igualmente de la evolución de la sociedad. De hecho, el uso de lo cool como recurso publicitario resulta en ocasiones incluso patético cuando acompaña a productos absolutamente inmovilistas. Por tanto, no sólo las agencias o los departamentos de marketing deberían hacer uso de estas herramientas, sino principalmente los departamentos encargados de diseño de producto y/o I+D. La sociedad está evolucionando a un ritmo acelerado, y el impulso extra que han supuesto las nuevas tecnologías y su introducción en nuestra vida diaria no ha hecho más que incrementar esa aceleración.
Cambios como los que estamos viviendo no se daban antes más que en el transcurso de una vida. Ahora los padres jóvenes, por no hablar de los maduros, ya advierten cómo sus hijos desarrollan hábitos diferentes a los suyos. Las oportunidades que se esconden para el marketing detrás de estos cambios son enormes y no tienen por qué ir asociadas necesariamente a productos digitales o dispositivos electrónicos. Alrededor de ellos hay cambios en la forma de alimentarse, moverse, divertirse, vestirse, etcétera. Estos cambios se están produciendo ahora y aquí, en España, pero también en Japón, en Sao Paulo o en Reikiavik, y en poco tiempo algunos de ellos dejarán de ser fenómenos locales para pasar a ser trasnacionales. Por eso, como dice el título del reportaje, el seguimiento de las tendencias es, más que nunca, una mina de oro para las marcas que sepan sacarle partido.