Hablar de la importancia de los contenidos en la sociedad de la información es algo obvio, aunque nunca está de más volver a pensar en ello y analizar cómo el panorama va cambiando el tipo de contenidos y el modo de consumirlos. En Estados Unidos se hizo un estudio que demostró que las personas registraban menos del 5% de la información recibida en televisión. Además, las personas somos más receptivas a los mensajes con los que estamos previamente alineados por ideología. Esto demuestra que no hablamos sólo de un problema de audiencias sino más bien de influencias, especialmente cuando la información se extiende inevitablemente a redes sociales.

Es muy probable que nuestras estrategias se centren en los contenidos como punto fundamental de contacto con el consumidor. Queremos ofrecerles contenidos que sean afines, de su interés, y aprovechar para que ellos mismos los compartan y nos ayuden a difundirlos.


La generación de contenidos y de movimientos sociales y políticos por parte de los usuarios es algo que ya nadie puede negar y que pone en evidencia lo que dijo Manuel Castells en su libro Comunicación y poder. Él lo llama autocomunicación de masas, son acciones sociales que surgen espontáneamente y que buscan cambiar los valores de la sociedad, no el poder. Sólo buscan influir y concienciar.


Estamos asistiendo a las consecuencias de la indignación social, que siempre ha sido un factor decisivo para el cambio político y social. En menos de 30 segundos en Twitter pude ver a las dos caras de la moneda. Por un lado, los servicios de internet en Libia se habían cortado coincidiendo con el aumento de las protestas contra Gadafi. Arbor Networks, una empresa de Massachusetts, ha dicho que según los datos registrados de treinta proveedores de internet a nivel mundial el tráfico en línea desde y hacia Libia se había desconectado temporalmente en un intento por sofocar acontecimientos similares a los de Túnez y Egipto, que supusieron la caída de sus líderes.


Por otro lado leía que Página/12 comenzará a publicar todos los cables de Wikileaks sobre Argentina. Esto es precisamente la lucha contra la censura. ¿Cuántos medios de comunicación a nivel mundial publican ya estos comunicados? En España también tenemos otras formas de ilegitimar el poder, mucho más comedidas, grupos como Anonimous o nolesvotes.com surgen para mostrar su oposición a la Ley Sinde.


Opennet es una organización que se dedica a estudiar el control y la censura en internet a escala mundial, y en su último estudio nos muestra un mapa con cuatro niveles de control en el que sólo existe Internet libre en África, que es precisamente el continente con menor penetración tecnológica y por tanto no supone un riesgo para el poder.


Google

Hablando de obtener información, es inevitable pensar en Google, la empresa que maneja más del 90% de las búsquedas en España. Y vuelvo inevitablemente a una de las conclusiones de Manuel Castells: la política que no supera un nivel determinado de indexación no es mediática, por tanto no existe. Exactamente igual que en cualquier búsqueda de información en internet. Si podemos controlar esa primera carga de resultados, podremos mediatizar o controlar la información que se recibe y por tanto estaremos aportando un sentido a esa información, estaremos comunicando.


No he descubierto nada nuevo, el SEO es la lucha encarnizada por posicionar nuestros contenidos entre esos primeros resultados, y por otro lado es el archienemigo de Google que siempre apela a la transparencia… En mi opinión, una lucha por constituir el poder.


Va a resultar muy frívolo hablar ahora de comunicación comercial cuando esto es lo que se está cociendo de verdad en Internet, pero es la realidad a la que nos enfrentamos. Tampoco tengo mucho espacio ya en esta columna así que en la próxima hablaré con más ligereza de las nuevas formas de difusión y consumo de contenidos.