Las pequeñas y medianas empresas están en constante evolución. No hace muchos años, todavía era frecuente que los responsables de llevar a buen término los procesos de digitalización de sus negocios contemplaran la adopción de tecnología y de estrategias de marketing digital como un gasto, y no como una inversión, pero eso ha cambiado. La pandemia ha acelerado un cambio que ya se venía observando como tendencia en los últimos años, especialmente en la visión de aquellos que están destinados a promover la adopción de soluciones que contribuyan a generar beneficios a este tipo de negocios, que en nuestro país representa algo más del 99% de nuestro tejido productivo.

Hoy por hoy, a ninguno de los responsables de digitalizar estos negocios se le escapa que ha de acometer una evaluación de la situación actual de la empresa para así poder elaborar un plan de transformación digital de la compañía que sea consistente con el negocio. Es crítico, por tanto, reunir todo aquello que representa nuestra marca y trasladarlo al plano digital.  De esta manera, las pymes deberán establecer objetivos y prioridades abordables e incluirlos en su plan de transformación digital, para lo que necesitarán asociarse con los partners que les aporten un asesoramiento continuo que les permitan realizar este proceso exitosamente. 

Este es el primer paso de un conjunto de procesos que, bien ejecutados, pueden ayudar a las pymes a cosechar éxitos medibles en las métricas de su negocio, pero que también llevan aparejados, en muchas ocasiones, toda una serie de errores que provienen de diferentes fuentes. 

Ese plan de digitalización que toda pyme que quiera sobrevivir y crecer ha de poner en práctica pasa por abordar tres retos principales. Por un lado, ha de incrementar sus ventas y sus procesos de fidelización de clientes. Esto consiste en la adopción de aquellas tecnologías que permitan a las pymes incorporar canales de interacción con los clientes para conocerlos mejor, escuchar sus demandas en tiempo real, o atenderles por el canal preferido de cada cliente en cada caso. La adopción de TI permitirá también aprovechar al máximo las redes sociales, sacar partido a su página web corporativaasí como integrar herramientas como, whatsapp, soluciones de webchat, o el propio comercio electrónico, así como adaptar y 

En paralelo, ha de entender que no hay mejora de la productividad que no esté asociada a un incremento de la eficiencia. Algo que le va a ayudar a fidelizar a los clientes, mejorar sus niveles de respuesta ante demandas, optimizar su servicio de atención al consumidor, mejorar su reputación como marca y prepararse para construir procesos que le ayuden a captar más clientes potenciales. 

No es viable incrementar las ventas, ni la productividad, ni los niveles de eficiencia sin tener un control completo de las infraestructuras. Se eleva así a la categoría de imprescindible, que los pequeños negocios se doten con infraestructuras de cloud computing y conectividad fija y móvil con el fin de instaurar modelos que aúnen por igual una gestión fiable y efectiva. Pueden incluso estudiar qué nuevas formas de relación con sus clientes puede generarse con la integración de soluciones de IA, algo cada vez más al alcance de los pequeños negocios con la ayuda de proveedores que proporcionan este tipo de solución en modalidad as a services, pero sea como sea que aborde sus procesos de digitalización, ha de contar con la ayuda de un asesor que le ponga orden a sus propósitos de transformación digital para evitar errores frecuentes en los que es fácil caer cuando se tiene una hoja de ruta, pero una visión clara de cómo acometerla.

Errores que evitar en el proceso de digitalización. 

No toda la tecnología y las soluciones que hay en el mercado son igualmente adecuadas para cada tipo negocio. El querer abarcar tecnología que funciona para la competencia no es siempre una buena idea, porque el momentum y la madurez de cada empresa es distinto y lo que puede funcionar en un caso, en el que la reputación y el posicionamiento de una marca es una específica, no necesariamente va a funcionar con óptimos resultados para nuestra compañía.

¿Conocemos a nuestro cliente? Es clave saber cómo es nuestro cliente para encontrar nuevos modos de interactuar con esa masa crítica de usuarios que impulsan nuestro negocio con sus interacciones. Hace años, el poder del proceso de compra estaba en manos de las marcas, pero con la proliferación de los dispositivos móviles y la entrada en los mercados de las nuevas generaciones de nativos digitales, las pymes deben “ponerse las pilas” y estar en aquellos canales donde miran, deciden y compran sus clientes si no quieren fracasar en el proceso de transformación digital.

Las prisas no ayudan. Es crítica la planificación de procesos y establecimiento de objetivos, la de incorporación de tecnología y el tener claro que ésta sirve a un propósito. No desarrolla ni de igual forma su proceso de digitalización aquella pyme que planifica en detalle y se deja asesorar por un proveedor de servicios con el que hacer crecer sus negocios, que aquellas que -para sobrevivir- se apresuran a incorporar todo aquello que su presupuesto le permite con la prisa ocasionada por la necesidad de mantener abierto sus negocios. No todas las soluciones son para todos. Hay algunas que determinado negocio no tiene por qué necesitar, o que conllevan un esfuerzo que no merece la pena en comparación con los resultados que se busca obtener.

El e-commerce, y la presencia online, que ha supuesto una tabla de salvación para muchas pequeñas y medianas empresas tiene unas reglas que han de seguirse si se quieren optimizar los procesos de compra online. Hay muchas pymes que, por ejemplo, quieren tener una tienda online, e incluso buscan ser un afiliado de Amazon, o quiere hacer dropshipping pero no saben lo que cuesta. Algunos pequeños negocios, incluso autónomos, o profesionales que trabajan por cuenta propia creen que se trata de poner un enlace y  listo. Pero, por el contrario, para estar preparados para la venta hay mucho trabajo y planificación detrás, lo que supone enfrentarse a un presupuesto que muchos no pueden afrontar. 

No conviene subestimar la felicidad de los empleados o colaboradores. La fuerza de trabajo es quien ha de interiorizar y poner en práctica todas aquellas iniciativas ideadas en el plan de la compañía de cara a su proceso de digitalización. Ha de estar motivada no solo en términos salariales, también gracias a todas las herramientas que les pueda proporcionar su empresa para ejecutar las tareas del día a día en aras de impulsar el negocio. Un trabajador motivado, adapta y adopta mejor todas las innovaciones tecnológicas que mejorarán las posibilidades de negocio de las pymes, contribuye a un buen clima laboral y aumenta el sentimiento de pertenencia, algo que tiene su reflejo en la experiencia de usuario. 

La implicación en los procesos es algo crítico. Si una pyme se decide a crear una tienda online va a tener que dedicar tiempo a su parte online, e incorporar esta pata del negocio a la infraestructura de su empresa, como un canal tan relevante, o más que la tienda física. El salto al mundo online conlleva un cambio de mentalidad que no todas las pymes tienen interiorizado, lo consideran “un extra” cuando deberían considerarlo algo que forma parte de una estrategia global en donde la división entre el mundo físico y el online debería plantearse como vasos comunicantes que se mueven en ambas direcciones con igual importancia para el negocio. 

No entender qué lugar ocupa tu pyme en el sector, es un error que evitar. Existen pequeñas y medianas empresas que tienen expectativas demasiado altas. Se trata de negocios que con frecuencia miran lo que hacen otros, sin tener presente que se trata de un desarrollo personalizado, que puede ser bonito, o incluso tener éxito, pero no por ello es la solución ideal para el negocio propio. Además, es frecuente que pequeñas empresas soliciten soluciones como aquellas de grandes marcas internacionales y cuando se encuentran con el presupuesto que eso supone se le escapa de sus posibilidades. Por tanto, dimensionar correctamente el tipo de espacio que puede ocupar la pyme en el ecosistema empresarial es clave para hacer llegar a buen puerto el negocio.